Ricardo Muñoz Espinoza
Un visitante inesperado fue el que tuvo durante estos días el Hospital Regional de Antofagasta (HRA). Por sus pasillos se desplazaba un singular personaje: de apariencia metálica, luces en su torso, pero siempre con sus lentes, el bigote y una corbata de color para destacar.
Ñoñotrón puede parecer frío por su aspecto de androide, pero en realidad es el robot que lleva alegría y sonrisas a los niños que están internados en el hospital.
Pero el androide no llegó sólo, sino que fue acompañado de sus mascotas, un ratoncito y un gato robot, los que lamentablemente tenían quemaduras.
Como no hay enfermeras que se especialicen en la atención de robots, fueron los mismos niños que están internados en las áreas de Pediatría y Oncología Pediátrica los que se ofrecieron a atenderlos, ayudándolos con sus vendajes, convirtiéndose así estos pequeños en los mejores cuidadores que pudiesen tener los droides.
Pero no sólo estuvo en Pediatría y Oncología Pediátrica, sino que también se acercó al Aula Hospitalaria para aprender al igual que los niños que por estar hospitalizados deben recibir los contenidos escolares, pero con profesores que les hacen clases hasta que puedan ser dados de alta de sus tratamientos.
Quien está detrás de esta iniciativa es el ingeniero electrónico de la Universidad de Antofagasta, Francisco Rodríguez, conocido por su alías de "Mokeitor", amante de la cultura pop y quien en años anteriores ya había organizado visitas a los niños del hospital, caracterizado como Batman u otros súper héroes.
"Ñoñotrón tiene su torso hecho. La idea es en el futuro poder completarlo, poder hacerlo un androide autómata, de tal forma que toda la electrónica que falta por hacer pueda acompañar a los niños desde pediatría hasta cirugía, en donde las enfermeras me comentaron que es como el tramo más difícil para ellos", dice Rodríguez.
Además, comenta que "las mascotas están inspiradas en Tom y Jerry, un dibujo animado antiguo, pero en Pediatría me encontré con que había muchos niños quemados y ellos cuando ven al personal de la salud se alteran o se ponen tristes porque saben que el cambio de las gasas en las quemaduras es un procedimiento bien doloroso. Entonces, ahí fue cuando se me ocurrió decirles a los niños que las enfermeras no sabían curar robots, entonces ellos siempre se ofrecían. Al traerles el robot, con las enfermeras les trajimos un kit chiquitito de quemaduras y entonces ellos (los niños) comenzaron a hacer el cambio de vendajes".
"Al ver nosotros que era algo totalmente positivo, las enfermeras me avisan -cuando por ejemplo- tienen un niño y niña quemada y lo esté pasando mal de ánimo, entonces le llevamos al gatito para que ella le haga las curaciones pertinentes y después las enfermeras van y les dicen 'oye quién curó al gato', 'qué buena curación hicieron'. Eso ayuda a reforzarles su autoestima. Ese es el fin", añade Francisco Rodríguez "Mokeitor".
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