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¿Cuál es la mejor forma de comunicarse con una persona con Alzheimer?

Repetir el mensaje las veces que sea necesario y ayudarle a encontrar las palabras que no recuerda pueden ser de ayuda.
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Natividad Espinoza R.

Más de 35 millones de personas viven actualmente con Alzheimer, enfermedad que los expertos creen que cada vez será más común debido al envejecimiento de la población mundial. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que este trastorno neurodegenerativo es la forma más común de demencia, con entre el 50 y el 75% del total de casos.

En este escenario, y considerando que hoy se conmemora el Día Mundial del Alzheimer, el fonoaudiólogo y académico de la Universidad San Sebastián (USS), Jorge Valdés, explicó que esta demencia se manifiesta progresivamente, con el deterioro de las funciones cognitivas, la memoria y la ubicación espacial y temporal.

Entre sus principales síntomas se encuentran conductas como agitación, agresividad, ansiedad, depresión y apatía. Por esto, "se requiere contar con un equipo multidisciplinario que permita abordar estas dificultades a fin de mejorar la calidad de vida, tanto de la persona que tiene el diagnóstico de demencia, como de su familia", explicó el profesional.

Durante el desarrollo de la enfermedad, una de las mayores dificultades que se va presentando es la comunicación, debido a que a la persona enferma cada vez le va costando más expresarse, al mismo tiempo que a su entorno le va costando entender lo que quiere decir.

Por eso, para hacer lo más fluida y efectiva posible la comunicación con personas con Alzheimer, Valdés sugirió a sus cuidadores y seres queridos adaptar tanto el mensaje como la forma de entregarlo.

El fondo y la forma

Al momento de comunicar algo a una persona con Alzheimer, el fonoaudiólogo recomendó tener mucha paciencia y repetir el mensaje cada vez que sea necesario, sin dejar de tratar a la persona como el adulto que es. Esto, además de siempre identificar con el nombre a las personas que el interlocutor no logra reconocer y ayudarle a encontrar las palabras que le está costando recordar, apoyándose además con el lenguaje no verbal y siempre mirando a la persona a los ojos, para captar mejor su atención.

Asimismo, Valdés sostuvo que siempre hay que darles tiempo suficiente para responder y, de tener que entregarles instrucciones, asegurarse de que sean simples y no superen las dos por vez.

Sobre el tono, el experto dijo que siempre tiene que ser calmado y amable, y que hay que evitar las palabras negativas, discutir, corregir o tratar de convencer a la persona con Alzheimer de algo en particular.

Eso sí, advirtió la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Bernardo O'Higgins, Viviana Tartakowsky, "si ya existen situaciones que no son factibles de sostener por la familia, en etapas avanzadas de la enfermedad y que ponen en riego al adulto mayor, o la agresividad surge como síntoma y no es posible de contener, aunque sea muy doloroso es mejor buscar la internación, pero siempre conversando con el médico tratante y no perdiendo el vínculo afectivo. Hay que tener presente que es una enfermedad, no es que no quiera recordar o ser agresivo o agresiva".

Comprar una vivienda no hace a las personas tan felices como se cree

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Una de las grandes metas de las personas es comprarse una casa. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Basilea (Suiza) comprobó que ese logro no hace a la gente tan feliz como se suele creer.

El dr. Reto Odermatt, de la Facultad de Negocios de la casa de estudios, examinó si el aumento esperado en la satisfacción con la vida de los compradores de viviendas realmente se materializó tras mudarse a su casa propia. Sus resultados se publicaron en el Journal of Happiness Studies.

El autor evaluó las declaraciones de 800 futuros propietarios de viviendas, a quienes se les pidió evaluar su nivel actual de felicidad y que predijeran dónde caerían en la escala (0 a 10) en cinco años. Según los resultados, tener una vivienda eleva la felicidad, pero no en la medida prevista por los encuestados, quienes respondieron las preguntas tres meses antes de mudarse y un año después de hacerlo.

"Las personas para quienes el dinero y el éxito eran especialmente importantes, sobreestimaron el aumento en la satisfacción con la vida que proporcionaría comprar una casa. Las personas para quienes la familia y amigos son más importantes, en tanto, no lo hicieron", dijo Odermatt.

Esto subraya que no siempre las personas siguen sus preferencias al tomar decisiones, sino lo que creen preferir.