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viene, usted no debe haber esperado tanto. Al principio no quería hacer nada y en ese tiempo mi pareja me dijo que sería muy egoísta de mi parte no luchar, no tomar el tratamiento que corresponde, porque tengo hijos y nietas. Entonces, el médico me dijo: 'si tú no recibes una quimioterapia lo más pronto posible te vas a morir, así de simple, porque se puede ramificar en cualquier momento…", recuerda.

El diagnóstico fue devastador y no es para menos: el cáncer de mama es la primera causa de muerte de las mujeres en Chile, con una frecuencia de aparición entre los 45 y los 65 años. Sólo el año pasado esta enfermedad mató a 1.564 personas en el país y actualmente ya son 860, de acuerdo con los datos del Departamento de Estadísticas del Ministerio de Salud (DEIS).

Dos fueron los pilares fundamentales a los que se aferró en esos primeros y terriblemente desgastantes días: por la parte médica la oncóloga Marilin Martínez que "aparte de doctora es un muy buen ser humano. Ella se la jugó porque algunos médicos no veían solución a mi tema", y también de Elizabeth Álvarez, una amiga que le brindó alojamiento en Iquique para enfrentar el primer asalto contra la enfermedad, dado que Gladys no tenía trabajo. Además, ella también le entregó acompañamiento, contención y empatía, debido a que igualmente enfrentó la misma enfermedad.

Las quimioterapias fueron brutales, Gladys bajó 15 kilos y a la tercera el pelo, como es habitual en estos casos, comenzó a caerse por el efecto de las drogas y el dolor en el cuero cabelludo por lo que decidió cortárselo, un golpe aún más duro en mujeres por la importancia del cuidado del cabello:

"La tristeza me la guardaba y la que lloraba era la estilista cuando me cortaba mi pelo. Cuando veo esa foto, en mis peores momentos, es para que no me olvide nunca lo que pasé. Es terrible… hubo momentos en donde quise tirar la toalla. Ambas personas me ayudaron mucho, (decían) que sí se podía salir adelante, porque cuando te dicen cáncer es como tan brusco… tan cortante, cómo que no tienes ninguna posibilidad más y te quedas con eso".

Victoria

Había completado 10 sesiones cuando Gladys intentó continuar su tratamiento en Temuco por razones de costos de su manutención en Iquique, pero afirma que desde el sur le señalaron que debían evaluarla y prácticamente comenzar desde cero otra vez, algo impensado a esas alturas por el tremendo desgaste físico y emocional.

Después de las 16 extenuantes quimios aún quedaban las extensas 25 radioterapias. Sin embargo, debido a la alta demanda por distintos tipos de cáncer y sus tratamientos en pacientes de la Región de Tarapacá, Gladys fue derivada con prioridad al CON y se quedó en la casa de acogida en Antofagasta, donde se apoyó con otros pacientes que siguen sus tratamientos oncológicos ]

"La atención en el CON fue extraordinaria, desde el guardia que te recibe en la entrada, las personas son atentas y me atendió el doctor Ricardo Baeza, un excelente profesional. Tuve que venir desde el otro extremo del país para ser atendida así".

Después de poco más de un mes y medio de este segundo proceso, el jueves recién pasado Gladys finalmente tocó la campanilla para marcar su salida. La última batalla había sido ganada: "Fue muy emocionante, aparte que yo tenía muy buena relación con mis compañeras y ellas sabían mi situación y lo único que quería era irme porque un día mi familia me llamó para decirme que mi mamá se estaba yendo, eso me dio fuerza. La emoción de ese día fue porque todas me estuvieron apoyando y de alguna forma lo logré".

Y es que lamentablemente la madre de Gladys tiene un cáncer en etapa terminal, por lo que durante estos días volverá a Temuco para acompañarla y vivir en familia.

Hoy Gladys como una sobreviviente reflexiona: "Me quedé a terminar mi proceso porque me hicieron entender que no servía de nada que me fuera y dejara de lado el tratamiento si mi mamá me necesitaba viva. Doy gracias a Dios porque hay hartas experiencias bellas dentro todo este proceso, el cual pudo haber sido muy terrible pero también recibí muchas bendiciones. Me aferré a Dios con uñas, dientes y todo, y lo único que hacía cuando necesitaba algo era orar. Él me respondía de una u otra forma".

"Cuando vea a mi mamá, creo que ahí sí voy a llorar..."

"Al principio no quería saber nada. Entonces, el médico me dijo: 'si tú no recibes una quimioterapia lo más pronto posible te vas a morir, así de simple, porque se puede ramificar en cualquier momento'"

Gladys San Martín al recordar el momento en que supo que su cáncer estaba en etapa avanzada.