Mujeres y educación
Señor director:
Tal como la mayoría de los niños y niñas, desde pequeña fui muy curiosa. Me gustaba mucho cocinar porque podía mezclar distintos ingredientes y mi abuela siempre me incentivó a hacerlo aunque me equivocara. No importaba que las galletas quedaran demasiado dulces, deformes o duras. Lo importante para ella era compartir y enseñarme; y para mí, experimentar y disfrutar durante el proceso. La experiencia fue tan inspiradora que hasta el día de hoy guardo esas memorias y cada vez que cocino algo para mi familia, me acuerdo de ella y sigo los pasos que me enseñó.
Los verdaderos maestros son así, inolvidables porque trascienden en la vida de las personas, dejan una huella imborrable. Inspirar a una niña o niño puede transformar su visión de futuro y para ello, hay múltiples oportunidades como hacer actividades y excursiones al aire libre, resolver problemas de ingenio, arreglar computadores, conocer las partes de una bicicleta, saber identificar la flora y fauna de la ciudad en que vivimos, etc.
Creo que en la infancia está la clave de la transformación que necesitamos generar como sociedad. Si los papás, mamás, tías, abuelos, profesores y todo el entorno de una niña tienen una mirada masculinizada del futuro y la vida, ella crecerá pensando que su destino está en crecer, salir del colegio, ser madre, cuidar de sus niños y así continuar un ciclo de vida sin un quiebre fundamental donde se potencien por completo sus aficiones, competencias, destrezas y ganas de 'ser alguien en la vida'. En cambio, si fomentamos en las niñas habilidades que no estén condicionadas por las convenciones sociales de género, encontraremos un enorme potencial por desarrollar.
El mundo cambió y es tiempo de que esos estereotipos queden atrás. Las mujeres nacemos con las mismas capacidades que los hombres, no hay diferencias entre el cerebro de una niña y un niño al nacer. Las bifurcaciones se van marcando cuando comenzamos a crecer y nos influencian variables como la cultura, la historia de nuestra familia, la vida y crianza de nuestros padres, el hogar donde crecemos. Más tarde ocurre lo mismo en la calidad de los profesores que encontramos en el colegio, el liceo, la universidad y finalmente en los compañeros de trabajo.
Pienso que contar con programas educativos que permitan a las niñas desarrollar sus capacidades en igualdad de condiciones, puede generar a futuro más y mejores profesionales en distintos rubros. No sólo eso, también tendremos a mujeres más felices, porque podrán hacer aquello que las hace sentirse satisfechas y realizadas consigo mismas. Las mujeres podemos hacerlo todo y mucho más, sin ningún límite.
Elizabeth Cameron