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[tendencias]

Llaman a desdramatizar la era tecnológica: "No todo es tan terrible"

La académica Valeria Radrigán dicen que existen aspectos positivos en el acceso inmediato a información y pantallas.
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Rodrigo Castillo R.

Durante los últimos días, el drama muy particular de un joven gorila, habitante del Lincoln Park Zoo, de Chicago, acaparó titulares de prensa pero también motivó reflexiones y debates acerca de los efectos que el uso intensivo de pantallas digitales está teniendo en los seres humanos.

Resulta que Amare, un simio adolescente, tiende a quedarse embobado mirando las pantallas de los celulares de los visitantes, cada vez que éstos se acercan a él para tomar selfies. Su fascinación con esos aparatos brillantes lo llevó, hace poco, a ser tomado por sorpresa cuando otro macho adolescente se le acercó para desafiarlo.

Según los especialistas, ese tipo de distracción puede llevar al gorila a distanciarse de sus semejantes, con lo que arriesga sufrir trastornos en su desarrollo, sin mencionar que probablemente va a ser hostilizado en forma sistemática por sus compañeros de cautiverio. Para evitar más problemas, esta semana los responsables del parque instalaron barreras destinadas a impedir que el gorila tenga contacto visual con los dichosos aparatos. Según se ha informado, el paciente ya muestra signos de mejoría.

Limitar el acceso de los humanos a ese tipo de tecnología, sin embargo, es más difícil, pero algunos ya lo están intentando. En Inglaterra han estado apareciendo artículos de prensa sobre las dificultades que la adicción a WhatsApp, específicamente, está causando en el ámbito laboral, en las finanzas y hasta en las más altas esferas del gobierno. Muchos jefes de oficinas, dueños de establecimientos y supervisores están derechamente confiscando los teléfonos para evitar que sus empleados sigan actuando como zombies.

En Chile, la investigadora y académica Valeria Radrigán lleva varios años estudiando los vínculos cada vez más íntimos que las personas están desarrollando con sus dispositivos tecnológicos. En su opinión, es indudable que el uso intensivo de estos recursos digitales ha provocado cambios en el comportamiento de la gente, pero advierte que no por ello hay que ver el fenómeno desde una mirada "tecnofóbica".

"No tenemos por qué pensar que todo esto es terrible y que no hay salida. Es cierto que las nuevas tecnologías y particularmente las redes sociales están produciendo cambios en nuestras conductas, pero esa situación puede ser abordada desde al menos dos puntos de vista: si bien por una parte hoy hemos perdido la capacidad de estar completamente atentos a una misma cosa, desde una lógica más positiva también podemos decir que hemos activado la capacidad de atender múltiples tareas en forma simultánea", plantea la estudiosa.

"Otro aspecto importante es que estamos viviendo en lo que varios autores han llamado la 'cultura de la velocidad'. Exigimos que todo sea muy rápido, que las interfaces de nuestros aparatos tecnológicos sean instantáneas, y así también hemos empezado a demandar eso de las personas. Queremos que todos nuestros contactos estén disponibles ya, ahora mismo, y eso nos lleva, muchas veces, a no respetar los tiempos de los demás", añade.

En tu opinión, ¿estamos en un momento en que el uso de las nuevas tecnologías aún estorba un poco en ciertos ámbitos de la vida?

Sí, pero ese no es un problema de las tecnologías, sino de nuestros naturales procesos de adaptación a ellas. Siempre que hay nuevas tecnologías hay procesos de adaptación, pues además seguimos conviviendo con las tecnologías "antiguas", como el chat y el teléfono. Se produce un ajuste material o concreto a la tecnología, pero también a sus usos y significados culturales.

Un problema es que, al andar tan distraídos con el celular, podemos descuidar nuestro trabajo, o ignorar a quienes están físicamente cerca de nosotros.

Decir que alguien está "distraído" de su interlocutor físico mientras mira WhatsApp es algo que depende del punto de vista, porque desde otra perspectiva se podría decir que esa persona tiene más capacidad de atención aún: está, de algún modo, en dos partes a la vez. Lo que hay son distintos niveles y formas de adaptarse a las tecnologías, que nunca "reemplazan" a las anteriores.

EE.UU. cree que adenovirus "pudo causar" hepatitis infantil grave

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Los estadounidenses Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) creen que un adenovirus "pudo causar" los nueve casos de hepatitis infantil grave registrados en Alabama, el estado desde donde se han levantado las alarmas sobre esta enfermedad.

En un estudio los CDC indicaron que, pese a que es posible que un adenovirus sea el motivo de la hepatitis infantil grave en Alabama, dado que los pacientes dieron positivo en las pruebas para detectar este virus.

Lo que sí que han determinado es que la enfermedad no fue ocasionada por el virus de la hepatitis A, B o C, ni por una infección de SARS-Cov-2 que origina la covid-19.

También han descartado que se trate de una hepatitis autoinmune o de la enfermedad de Wilson (un trastorno hereditario que provoca una acumulación excesiva de cobre en los órganos).

El tipo de adenovirus que se encontró en la mayor parte de los pacientes es el 41, que se contagia principalmente por la vía oral-fecal, afecta sobre todo al intestino y es una causa común de gastroenteritis aguda, con diarrea, fiebre y síntomas respiratorios.

Los CDC hicieron el estudio sobre la información que recibieron de 9 casos de hepatitis infantil grave en menores de entre 1 y 6 años.