Debate precandidatos

Estimado director:

¿Sirven de algo, tienen alguna utilidad práctica los debates para los electores, descontando que sí la tienen para los propios candidatos que participan?

Sí, cuando el debate es fluido, intenso, con respeto, con posturas claras y muy definidas. Cuando cada uno de los debatientes muestra su posición ante diversos temas que están en la palestra nacional, sin ambigüedades de ningún tipo. En otras palabras, cuando el debate es de verdad, en donde queden de manifiesto las habilidades y debilidades de cada participante, de llegar a asumir la gran responsabilidad, ni más ni menos que llegar a ser el Presidente de Chile.

Pero no sirve cuando es un show armado, en donde ninguno de los participantes quiere perjudicar a otro, o cuando a todas luces se incluyen preguntas punzantes y/o encerronas, francamente ridículas, con fuerte "aroma" a estar pauteados. Algo así como lúcete tú y después me luzco yo, así todos ganamos y nadie sale herido.

De seguro el nivel de rating que los debates llegan a tener en TV, muestran que a los electores les basta solo unos minutos para darse cuenta si el debate es de verdad o se trata de un nuevo "tongo de guante blanco", y teniendo el control remoto en la mano, la decisión es muy simple: sí o no.

Luis Enrique Soler Milla

Fomentemos el empleo femenino

Mientras vemos cómo la economía mantiene sus cifras de recuperación tras la crisis sanitaria, los efectos de lo ocurrido durante el 2020 comienzan a manifestarse con fuerza. Si bien es cierto el inédito repunte del 18,1% del Imacec de mayo y las buenas cifras de los meses siguientes -apalancadas principalmente por el comercio- dan buenas señales, estas no son suficientes, pues hay problemas generados por la pandemia que siguen afectando a la población, como por ejemplo, el empleo femenino.

De acuerdo a las cifras del INE, entre mayo y junio del 2020 se perdieron 1,8 millones de empleos.

Del total de los puestos de trabajo perdidos, 899 mil eran femeninos y de ellos sólo se han recuperado 395 mil.

Uno de los motivos de la baja empleabilidad femenina tiene relación con la necesidad de lidiar, tanto con las responsabilidades laborales como con la carga del cuidado del hogar y los hijos.

Resulta urgente, entonces, potenciar la empleabilidad femenina, sobre todo en áreas donde, por un lado, puedan explotar sus potencialidades y, por otro, donde puedan encontrar la flexibilidad necesaria para desarrollarse tanto laboral como personalmente.