La tenista Naomi Osaka fue le encargada de encender la llama olímpica en Tokio, una luz de esperanza en medio de una pandemia que cambió al mundo, pero que no pudo romper su espiritualidad.

La inauguración de los Juegos Olímpicos estuvo marcada por grandes momentos, como el silencio por los más de cuatro millones de fallecidos en el mundo por el covid-19 y el homenaje a los atletas israelíes que murieron en el atentado de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972.

Una ceremonia austera, sin grandes pomposidades, pero con un espectáculo de 1.824 drones que hicieron una representación del logo de Tokio 2020, que significa la "unidad en la diversidad".