El tren

Estimado director:

Con la cercanía de elecciones, campañas electorales y candidatos a todo lo que se mueva, vuelve a reaparecer uno de los temas más sensibles para los habitantes de nuestro sur, ni más, ni menos que la promesa del regreso del añorado tren.

Los candidatos les repitieron y les repitieron, el cuento de la vuelta del tren, pero sin cumplirlo, qué duda cabe, que eso fue un abuso de la ingenuidad de nuestros compatriotas por parte de la familia política & asociados.

Recordemos que hace unos años, se gastó muchísimo dinero en alhajar todas las estaciones para el sur, todo se perdió, incluso los automotores fueron desmantelados para repuestos, y los sureños se durmieron esperando el tren.

Hoy vuelven las promesas, de que ahora sí el tren viene, lo único que tranquiliza, es que con las falsas promesas anteriores, los habitantes del sur hoy no están para que les sigan contando el cuento, hoy saben perfectamente quién es quién, el cuento ya se lo saben de memoria, y sabrán qué hacer, exigiendo más que solo palabras, porque sin lugar a ninguna duda, el ofrecimiento del tren al sur debe ser una de las promesas más usada y manoseada por la familia política & asociados en nuestro querido y hermoso sur de Chile con el fin de que sus integrantes fueran elegidos.

"No dejes que el tren del entusiasmo corra por la estación tan rápido que la gente no pueda subir a bordo" H.V. Morton (1892-1979) periodista inglés.

Luis Enrique Soler Milla

Virtudes

Señor director:

La virtud es una cualidad estable de la persona, ya sea natural o adquirida. Hay dos grupos de virtudes: cuatro cardinales y tres teologales.

-Las cardinales: Prudencia-Justicia-Templanza (actuar o hablar de forma cautelosa y justa, con sobriedad, con moderación o continencia para evitar daños, dificultades e inconvenientes) y Fortaleza o coraje.

-Las teologales: Fe-Esperanza-Caridad.

Considero que en las siete virtudes señaladas radica, si no la totalidad, gran parte del comportamiento humano.

Sería bueno que nos hiciéramos una introspección y nos encasilláramos de acuerdo a la virtud que consideráramos tener. Creo que el resultado sería desastroso.

Jorge Valenzuela Araya