Cartas
Dramáticos datos sobre el desempleo
Señor director:
El Instituto Nacional de Estadísticas publicó los datos sobre ocupación y desocupación correspondientes al trimestre mayo-julio. Allí se evidencia la dramática situación que presenta el país.
Las primeras cifras señalan que hay 7 millones 74 mil personas ocupadas y 1 millón 65 mil personas desocupadas. Esta última categoría está conformada, a su vez, por los cesantes, es decir, los que estaban ocupados pero dejaron de estarlo y por los que buscan trabajo por primera vez.
Pero hace un año atrás, en mayo-julio del 2019, la fuerza de trabajo estaba constituida por 9.638.100 personas en todo el país. Un año después la fuerza de trabajo alcanzaba solo a 8.138.640 personas. Lo normal en todo país es que la fuerza de trabajo vaya aumentando cada año, sobre todo debido al aumento de la población. Pero en Chile la fuerza de trabajo disminuyó en casi 1 millón 500 mil personas, que corresponde a quienes estaban trabajando hace un año atrás o que buscaban hacerlo, y que ahora no solo no están trabajando sino que tampoco buscan hacerlo. Se aburrieron de buscar trabajo, pues pasaron a considerarlo una actividad inútil, dada la situación del mercado laboral. Pero es dable suponer que son personas que estarían dispuestas a trabajar o a buscar trabajo si el mercado laboral se presentase más propicio. Por lo tanto, al millón 65 mil personas oficialmente desocupadas es posible sumar el millón y medio que salió de la fuerza de trabajo, habiendo pertenecido a ella en un pasado reciente.
A todo lo anterior hay que agregar que de los 7 millones 73 mil personas que figuran estadísticamente como ocupadas hay un 18.9 % que en realidad lo está en la extraña categoría de los "ocupados ausentes", que son aquellos que mantienen una relación contractual con su empleador, pero en la práctica no están laborando, sino que están acogidos a la Ley de Protección del Empleo. Esos suman 1 millón 336 mil personas - un 18.9 % de los ocupados - que hay que sumarla a los desocupados.
Toda esta situación es un cuadro muy grave - en realidad una auténtica catástrofe nacional - y no se trata de una situación coyuntural que pueda solucionarse en un futuro cercano. Todo parece indicar que volver a situaciones normales en términos de empleo será una tarea de la sociedad chilena para los próximos dos o tres años por lo menos, siempre y cuando se lleven adelante programas específicamente encaminados a enfrentar este problema. Si alguien en las alturas sigue pensando que esto se soluciona mediante el libre funcionamiento de las fuerzas del mercado, entonces solo cabe esperar que Dios nos pille confesados.
Sergio Arancibia