Desde octubre del año pasado que nuestro país está en problemas. La economía chilena cayó en un 2,1%, lo que dio pie a una debacle país, sin imaginar que la pandemia mundial Covid-19 terminó por sepultar a uno de los países sudamericanos con una buena economía.

Cientos de empresas han optado por reducir los puestos de trabajo, miles de empleados han sido acogidos a la ley de protección de empleo, miles de emprendimientos no han podido perdurar, y sumado a esto, miles de personas que se desempeñaban en el comercio callejero se han visto afectados, tema que no solo golpea monetariamente al país, sino que la desesperación de los habitantes se ha visto reflejada día a día con altas cifras de contagio a causa de la necesidad de subsistir.

En este escenario es importante que la banca sea más flexible. Aprobar los créditos de forma ágil, con el fin de aumentar la liquidez de las empresas es vital. De esta forma podrían aumentar las contrataciones. Otro factor es reforzar el apoyo a las familias de menores recursos con bonos y alimentos, así se podría bajar la incidencia a salir a la calle y respetar la cuarentena.

Optimismo

Señor director:

A mis 70 años, soy una persona de clase media, con necesidades normales como cualquiera. Aún trabajo y ello me ha permitido tener un mejor pasar y sentirme todavía una persona útil para la sociedad. Me considero un hombre feliz. Todos los problemas me los he echado al hombro. Los malos momentos los he simplificado y los buenos los he multiplicado, quedando a mi haber un saldo positivo, que he sabido capitalizar a través del tiempo. He aprendido que la vida se nos dio para disfrutarla cada segundo y cada minuto. Que el andar de mal humor, alterarse por cosas insignificantes o que no valen la pena, son actitudes que debemos ir eliminando de nuestro acontecer diario. Por supuesto que no es fácil. Pero ¿Qué es fácil en la vida? Si no tuviéramos problemas o todos fuéramos iguales, la rutina sería nuestra compañera permanente y al final llegaríamos a lo mismo. La gracia de vivir está en saber combinar lo bueno con lo mano e irradiar hacia otros nuestro optimismo. Contagiemos la alegría, desechemos la amargura. En lo personal doy gracias a Dios por los años que me ha dado y que espero sean muchos más. Los adultos mayores tenemos mucho que entregar. Cuando nos traten de "viejo" que sea por cariño y no por desprecio.

(Esto lo escribí hace 6 años. La diferencia es que hoy tengo 76 y estoy sin trabajo, pero sigo vigente).

Jorge Valenzuela Araya