Contraportada

Amelia Carvallo

Isabel Allende es la escritora que vende más libros en español en el mundo. Y escribe porque es su "oxígeno". A sus 76 años se declara nuevamente enamorada: está a punto de casarse con el abogado Roger Cukras, "un gringo medio polaco" que se mudó a vivir con ella a una casa playera en California luego de cartearse vía correo electrónico. Ya planean la boda. Y mientras la escritora da esta entrevista, durante la visita que hizo a Chile esta semana para promocionar "Ese largo pétalo de mar" (Sudamericana), Roger compra artesanías en Los Domínicos, en Santiago.

Isabel ya le mostró el desierto de Atacama y la isla de Chiloé. Para coronar la guinda, lo llevará a la Antártica. Detrás de ambos, la perra "Dulce", una quiltra de seis años, que ahora lo ama más a él que a ella.

-¿Por qué?

"Porque es una desleal".

-¿Cómo se siente de polola?

"Estoy enamorada como cabra chica. A la edad mía ser polola es un mérito. Ya hemos vivido juntos por año y medio y nos conocemos hace tres. ¿Para qué seguir esperando? Nos casaremos en julio, muy privadamente, junto a nuestros hijos".

-¿Cómo ha sido convivir?

"Fácil a pesar de que vivo en una casa minúscula. Es como una cabaña en la playa con un solo dormitorio, pero claro que tiene dos clósets y dos baños, lo que es muy bueno.

-Cada vez hay más octogenarios, nonagenarios y hasta personas que llegan a los cien años. ¿Cómo ve la longevidad?

"Con verdadero terror y espanto (risas). No quiero vivir más allá de lo que me corresponde, de mi propia independencia, mientras yo pueda manejarme sola está bien, pero si pierdo la cabeza y ya no me puedo mover y quedo totalmente dependiente como llegó a ser mi madre, no quiero".

-Y la sabiduría ¿dónde queda?

"No es cierto que los viejos son sabios. Los viejos son imposibles la mayor parte de ellos, la sabiduría de la vejez es un cuento. Uno no se pone sabio porque envejece, uno se pone sabio porque es sabio de antes, con la vejez te pones más de lo que siempre fuiste. Si fuiste un pobre diablo vas a ser más pobre diablo, y viejo. Si quieres ser viejo sabio empieza como a los 50 a prepararte".

LA NOVELA DEL WINNIPEG

Vista desde las cámaras de Google Earth que apuntan a Chile, la rompiente de las olas del Pacífico parece un "largo pétalo de mar". Ese verso de Pablo Neruda usó Allende para titular su novela número 23. La última de una fructífera trayectoria premiada el año pasado con el National Book Award y el 2014 con la Medalla de la Libertad otorgada por Barak Obama.

La historia sigue los pasos del joven médico Víctor Dalmau y su amiga pianista Roser Bruguera. La trama parte en los últimos días del asedio a Barcelona, cercados por el fuego enemigo y el hambre. Sigue con la huida por los Pirineos hacia Francia, resistiendo como deportados que finalmente consiguen un boleto a Chile, una tierra lejana y desconocida donde echarán raíces, aunque la posibilidad de nuevos destierros los acorrale.

"Estoy muy metida con el tema de los refugiados", dice la autora que lidera una fundación que acoge principalmente a niños y mujeres de alto riesgo. Son personas que naufragan en la frontera entre México y Estados Unidos tras la búsqueda de asilo.

Sobre la proeza que logró en agosto de 1939 Pablo Neruda, al fletar rumbo a Valparaíso un barco con 2.200 exiliados españoles, supo algo de niña, pero fue en su propio exilio en Venezuela cuando tuvo más cercanía con testimonios vivos. Uno de ellos fue Víctor Pey, ingeniero y amigo de Salvador Allende, que llegó en el Winnipeg y pasó 30 años en Chile donde formó familia hasta que en 1973 se fue nuevamente. "Es una historia que me había propuesto desde hace un tiempo contarla, porque es una historia de refugiados que termina bien. En general la gente que busca asilo lo pasa pésimo, son mal acogidos y tienen que confrontar la hostilidad del país al que llegan; no fue el caso de la gente del Winnipeg que llamó a la nave 'El barco de la esperanza', porque los alejaba del horror de la guerra y los traía a una posible tierra donde iban a poder establecerse, pero nunca esperaron el recibimiento de brazos abiertos que tuvieron".

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