Cartas
El bombardeo a la ex Yugoslavia
Señor director:
Lo recuerdo como si fuese ayer y ya han pasado 20 años. La efervescencia de Francia '98 nos había dejado como una potencia en el continente y el verano ya se había apagado. Mi mamá tuvo la idea de cambiar las ventanas de la casa y poner ventanales. "Estamos como Kosovo" decía, por lo interrumpido del trabajo, el cemento disperso y la madera que cubría lo que serían los característicos ventanales de la casa.
Los noventa se terminaban y bueno, la anestesia de las Spice Girls y los comerciales de Pepsi, nos distraían de lo obvio. La guerra en Yugoslavia aún no terminaba. Éramos conscientes y testigos televidentes de Srebrenica, la matanza albano-kosovar, la violencia en Croacia y los ataques en Bosnia. Solo guardabamos silencio y prendíamos la Tv. Me fascinaba escuchar los comentarios en Canal 13 sobre eso. Lo encontraba atrayente, pero distante. Hoy se cumplen 20 años del bombardeo norteamericano en la ex Yugoslavia y casi nadie recuerda que los rusos tomaron un aeropuerto serbio. "Aquí sí se arma" decía mi abuelo. Yo prefería jugar a la pelota en el pasaje con el Di y el Juan Pablo. Disfrutábamos de Dragon Ball Z, mientras las películas de guerra eran reales en el continente referente de la humanidad.
Veinte años después, por momentos en las reflexiones, imágenes y sueños, creo que no es una realidad tan distante. Tal vez sea necesario. Tal vez sea la solución. Realmente no lo sé. Solo sé que somos pocos los que recordamos el bombardeo norteamericano a la ex Yugoslavia.
Maximiliano Hidalgo Ederman
Reconstruyendo "Santa Olga"
Señor director:
Hace unos días el Ejército de Chile comenzó a difundir un interesante video en torno a Santa Olga y el dantesco incendio que destruyó aquel poblado.
Emocionante es ver el relato de los sobrevivientes y cómo han reconstruido, gracias a la ayuda de muchos, parte de sus vidas, en donde los soldados y oficiales del Ejército han sido fundaméntales. Un nudo en la garganta se hace al escuchar su sufrimiento, pero también una alegría inmensa de constatar cómo su vida ha dado un vuelco en la tragedia. Ver al mayor Roberto Ramis, quien organizó las fuerzas y recursos, recordando el actuar de la institución y que de una u otra forma para muchos de sus pobladores fueron aquellos anónimos soldados quienes cambiaron un destino adverso ante la destrucción. Un hermoso testimonio audiovisual que nos hará recordar que "no hay que protestar contra el destino, hay que vencerlo".
Francisco Sánchez