Navidad a la nortina
Nuestra Navidad es única, en parte adaptada a nuestra realidad con influencias del modelo gringo y europeo. Y es verdad, cada vez veo más nieve y renos en esta época, algo ajeno de lugar. A pesar de las temperaturas elevadas, decoramos nuestras casas y lugares de trabajo como si viviéramos en un pueblito nevado. Pero quién soy yo para cuestionar las modas. Más bien, los convoco a recordar el espíritu de antaño, recibiendo a nuestros invitados y vecinos. Abramos nuestras puertas, entreguemos lo mejor de sí, ofrezcamos jugos naturales, frutas, galletas navideñas y un clásico pan de pascua, ojalá casero, amalgamado con algún licor atesorado en la despensa, especies, frutos secos y confitados.
Hidratémonos con una aromática cola de mono, elixir que tiene tantas historias en cuanto a su origen: que fue por el presidente Pedro Montt, por el revólver Colt que portaba o simplemente por el mono de la botella de anís donde se guardaba dicho brebaje.
Para qué más señores, bastan estos clásicos nacionales para endulzar y celebrar esta Navidad. Olvidémonos un santiamén de las compras y mandemos de vacaciones los regalos ostentosos y las papas duquesas por un momento.