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Museo en Tenencia María Elena cobija los hitos de la historia de Carabineros

En plena pampa salitrera, el antiguo destacamento policial conserva valiosas piezas.
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Iris González Gamboa

Santiago, 18 de junio de 1927. Año 1, número 1. De esa fecha data el primer boletín oficial de Carabineros de Chile, una de las decenas de valiosas piezas que componen el museo de la Tenencia de María Elena (M.C.), un rincón no por todos conocido y que conserva entre el silencio y el aroma único de la madera antigua los hitos de la historia de esa institución en la pampa salitrera.

El piso cruje al entrar a la dependencia ubicada en el costado oriente del destacamento, entregando al visitante curiosas y bellas postales del paso de los funcionarios por su dotación. Un exjefe de la unidad, Héctor Rojas, fue quien decidió en 1991 reunir los libros, muebles y objetos históricos en una de las dependencias y allí conservarlas para que los eleninos y viajeros conozcan no sólo cómo ha sido el trabajo de los efectivos, sino que también la forma de vida en la comuna y sus cambios con el paso de los años.

"Hay fotografías, boletines oficiales antiguos de los años 1927, 1930...los primeros que salieron; placas de María Elena y otras unidades del sector, como Pedro de Valdivia, y libros de sanciones", detalla el jefe(S) de la tenencia, sargento 1° Moisés Cabrera Escudero.

Las placas de bronce repletan las paredes del museo y evidencian las categorías por las que ha pasado el destacamento. "Esta era tenencia y al frente era la Segunda Comisaría en ese tiempo del auge del salitre. Era importante, había gran dotación de carabineros", dice.

De ésta, el mejor recuerdo sin duda son los libros de vida, que detallan con perfecta caligrafía no sólo los aciertos y permisos, sino que también las sanciones del personal. Las descripciones son sabrosas y divertidas, especialmente cuando se refieren a amonestaciones por actos de indisciplina que hoy pueden resultar propias para jóvenes que recién comienzan su vida laboral, pero que entonces les merecieron anotaciones y la molestia de sus jefes.

Así, en pocos metros, se puede viajar a los años de gloria de una de las más grandes oficinas salitreras. Por ello, no es raro que muchas de las piezas han sido donadas por exfuncionarios, que son quienes más visitan el museo llenos de nostalgia.

Un antiguo escritorio de madera y dos sillas reciben, tal como en una guardia actual, a los visitantes. Además de artículos de escritorio, sobre él es posible ver un botiquín de primeros auxilios de cuero y una máquina de escribir.

A su lado, brilla el cuero de un sillón de peluquería, un cañón, prensas para libros y hasta una bicicleta de ejercicios. Una alta vitrina resguarda un estandarte en un rincón, mientras en otro se apoya una camilla de madera de y lona.

Además, sobre un estante repleto de boletines y libros sobre la función policial, resisten a los años las tablas de cargo de lo que fueron las salas de preparación de turno.

"El que venga cualquier día sólo debe preguntar y un carabinero lo guiará", invita Cabrera