Cartas
El plagio democrático
Señor director:
El escándalo que envuelve al Congreso por los plagios relacionados a asesorías parlamentarias, esconde un trasfondo más preocupante para la fe pública. En primer lugar, está el claro despilfarro de dineros destinados a informes legislativos. ¿Quién vela por el buen uso de esos recursos que aportamos a través de tributos? Nadie al parecer. Total, la plata no la ponen los honorables.
En segundo lugar, el escándalo denota el problema endémico que sufre nuestra democracia: inflación legislativa. Nuestros representantes en el Congreso creen, erróneamente, que su función es hacer leyes de forma compulsiva. Mientras más leyes, mejor piensan ellos. Por eso, frecuentemente se vanaglorian de promover muchos proyectos de ley, como si eso fuera de por sí bueno. Por eso tenemos parlamentarios proponiendo normativas lisa y llanamente ridículas o absurdas.
Pero además, el afán de hacer leyes compulsivamente conlleva otro problema. Los legisladores no saben qué discuten ni reflexionan acerca de lo que legislan. Incluso varios, como Ossandón o Guillier, han llegado a decir sin sonrojarse, que votan las leyes sin saber de qué tratan. Y es que al final del día, para ellos lo importante no es hacer buenas leyes.
Jorge Gómez Arismendi
Adictos al ruido
Señor director:
Son miles las personas que día a día utilizan audífonos para escuchar música en altos niveles de decibeles. Lo cómodo y portátil de la tecnología actual lo permite. Es así como iPod, celulares y otros medios, ofrecen cada vez más potencia y calidad de sonido, sin embargo, lo que la gran mayoría de los usuarios desconoce, es que en ese acto tan cotidiano se arriesgan a una grave e incapacitante enfermedad: la hipoacusia sensorioneural. La presión sonora que reciben los oídos daña su parte interna capaz de generar la capacidad de escuchar. Las reiteradas exposiciones al ruido, durante largos periodos de tiempo, van generando gradualmente pérdida auditiva. Las personas se terminan volviendo adictas al ruido y a que les hablen fuerte, de lo contrario no entienden los mensajes. Es importante que el Ministerio de Salud obligue a los fabricantes de los dispositivos electrónicos a declarar ese peligro, de lo contrario Chile se llenará de noveles sordos. Es de esperar que esta recomendación no les entre por un oído y les salga por el otro.
Atte.,
Gary Parra Sanhueza