Cartas
El nuevo populismo
El populismo no es una ideología política, sino que se trata de una "lógica de acción política", así lo define el politólogo español Fernando Vallespín Oña -en un ensayo reciente publicado por el cuaderno N°19 del Círculo Cívico de Opinión. Señala que se trata de un fenómeno de reacción a determinados contextos, como es la globalización o las migraciones, dos fenómenos tan presentes en nuestros días.
Por su parte, el analista político mexicano Jesús Silva Herzog Márquez define al populismo como una rebelión por parte de la población contra la clase política, derivada de la rabia e incomprensión que se refleja en las instituciones gubernamentales. El populismo, a su juicio, utiliza las leyes e instituciones políticas como herramientas para engrandecer a las personas con poder económico y político, y no como patrimonio colectivo.
Fue a fines del siglo XIX cuando el término "populismo" comenzó a ser empleado para referirse a las protestas que los agricultores estadounidenses realizaban contra los bancos y monopolios ferroviarios, un hecho concreto y con límites bien definidos. Sin embargo, el populismo de hoy, apela a la identidad y la cultura y tiene contornos más difusos. El nuevo populismo exacerba el odio y la molestia de los que ven en la globalización una amenaza económica, y también a los que temen que los inmigrantes los desplacen de sus fuentes laborales, modifiquen su composición social y que sean fuente permanente de delincuencia o de terrorismo. Es así como, en palabras de Vallespín, la expansión del populismo en el llamado Primer Mundo, obedece al temor de amplios sectores de las clases medias al descenso social.
Si bien todos los populismos tienen algo en común, el académico sostiene que ellos se presentan en distintas versiones, entre las que destaca por ejemplo, el populismo estadounidense que encarna Donald Trump, quien apelando al "trabajador blanco de clase baja o media-baja, desplazado de sus trabajos anteriores por la externalización de empresas industriales", logró un desconcertante e inesperado triunfo electoral al que también contribuyó, sin duda, el llamado establishment republicano tradicional.
Por eso, es importante para la democracia estar alerta al desencantamiento de la población, ya que ésta, al sentirse desamparada, busca la protección colectiva de líderes carismáticos que se presentan como los únicos actores capaces de revertir la situación y conectar con los intereses del pueblo.
María de la Cerda Etchevers