Cartas
Adiós a un maestro, intachable hombre y amigo
Señor director:
Por medio de estas palabras deseo despedir a quien en vida fuera mi maestro, mi amigo y vecino de la calle Bolívar en Tocopilla, Wilson Omar López Mandiola.
Cuando mi familia arribó a vivir a nuestra actual casa, Wilson frisaba los 9 años de edad, y próximo a cumplir los 10. De estatura bajo y de contextura delgada, el menor de los 4 hijos del matrimonio formado por don Vicente y doña Laura estudió en la Escuela N° 4 y en ex Escuela N° 1 de nuestro natal y querido Tocopilla. De largos silencios, introvertido, con una sonrisa fácil y llana se ganaba el afecto y el cariño de quienes tuvimos el privilegio de poder conocerlo y compartir su palabra y su acción. El tiempo pasa y llega 1975 y con la ayuda de su tío, profesor de Artes Plásticas, el profesor Mandiola, postuló a la Escuela de Grumetes "Contramaestre Alejandro Cisternas Navarrete", ingresando al curso de 1975 en donde escoge la especialidad de "Mena Norte" o "Maniobras". Y es en la Escuela de "Altivos Marineros", en donde termina de esculpir su carácter y viril personalidad y comienza un derrotero que lo llevará desde el petrolero Araucano para culminar su carrera naval como contramaestre en la Gobernación Marítima de Arica, que es la ciudad adoptiva de la familia López Mandiola. Tengo guardada en mi retina la tarde de un sábado de primavera cuando los niños jugábamos en la calle y lo vimos bajar de un taxi vestido de "chompa" con su saco verde de desembarco…
¿Qué me dejó de legado mi amigo y maestro Wilson Omar López Mandiola? Me dejó una lección de vida, pues de él conocí y aprendí un concepto que los sicólogos denominan "resiliencia", que es la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas, tales como la muerte de un ser querido, etc. Cuando perdí a mis hijos él estuvo a mi lado y me dio la mano para colocarme de pie y con ello ayudar a mi compañera de ruta a seguir nuestro derrotero por la vida.
Te deseo solemnemente descanses en paz y que la tierra te sea ligera. Tu semilla ha caído en tierra fértil; tu voz, tu palabra y tu acción pervivirán por siempre. Dice un catecismo que quien ha vivido como hombre de bien no debe temerle a la muerte y tú, Wilson, fuiste, sin lugar a ninguna duda, un hombre de bien en toda la significación de la palabra y el tiempo así lo perpetuará.
Quiera el Supremo Hacedor haberte permitido, al cruzar el umbral que nos separa del más allá, el encuentro con sus padres y hermano y con los que compartió en vida y que tanto significaron en su vida. Adiós querido Wilson, en algún recodo del camino nos volveremos a encontrar...
Juan Espinoza Barrio
abogado