Cartas
Trastornos de la salud mental
Señor director:
Las estadísticas de las enfermedades siquiátricas en Chile son alarmantes. Uno de cada tres compatriotas tiene algún trastorno de salud mental. Un fenómeno de alta relevancia epidemiológica, pero con una exigua asignación del presupuesto de salud de tan solo 2%, y con un sistema GES que cubre un 5% de las patologías de salud mental.
Uno de los problemas de la salud mental en Chile es que se entiende desde un punto de vista unidimensional, donde toda la solución recae en el "especialista". Esta creencia, compartida por gran parte de la sociedad, incluyendo el personal de salud, ha significado la exclusión de las personas con trastornos siquiátricos de los recintos asistenciales, facilitando que las instituciones y el personal de salud se desmarquen de los problemas manifestados por las personas y sus familiares, llevándolos a un eterno "pimponeo" en búsqueda de respuestas. La figura del especialista, como único factor que puede resolver, impide comprender y atender un fenómeno complejo, e incorporar otras voces que pueden ser de gran ayuda para enfrentar una crisis.
La exclusión de los centros asistenciales por no contar con especialistas nos da cuenta de otra realidad. Las personas con enfermedad mental no tienen buena recepción, porque "molestan". Obligan a incorporar otros cuidados, que en cierta medida todos necesitan. Lo mínimo es que las familias sean recibidas en el centro asistencial al que consulten y no ser derivadas, sin al menos un acompañamiento en alguna de las múltiples dimensiones que se presentan en estos casos.
Así, con apoyo de terapeutas ocupacionales, es posible afrontar la necesaria adaptación de la vida cotidiana de la familia, en que se requieren nuevas estrategias para la transformación del hogar, los roles y expectativas de inclusión de estas personas. Las enfermeras, pueden aportar a través de la organización y formación del cuidado familiar; el trabajador social permite acceder a otras redes de apoyo, imprescindibles en todas las etapas de este tipo de enfermedad, la cual muchas veces es crónica.
Porque el paradigma de la exclusión separa enfermedades dentro del cuerpo de una misma persona. Esto también es evidente en la difícil comunicación de la red asistencial, donde la única voz válida es la de la especialización, dejando la impresión de que a menor complejidad asistencial, peor calidad asistencial. Porque la creencia generalizada es que solo el especialista puede resolver, que nadie más puede ayudar.
Amparo Muñoz