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Educar para prevenir infartos

El Infarto agudo al Miocardio, principal causa de muerte en la población adulta en Chile, tiene manifestaciones claras y definidas en algunos usuarios, como lo es el dolor al pecho mantenido. Si la comunidad estuviera informada de estas dolencias, podría consultar precozmente -como bien lo hizo el senador Lagos Weber- con resultado de altas tasas de sobrevida por la inmediatez de la consulta y la resolución oportuna del infarto.

También habría mayores posibilidades de sobrevida si existieran las medidas de reanimación cardiopulmonar y un desfibrilador automático disponible (DEA).

Diferente suerte corren aquellos personas que no se han informado o no dan pie a la sintomatología o bien en la que la manifestación en tan brusca que no alcanzan a consultar y presentan un sincope producido por un paro cardiorrespiratorio (PCR), que tendría posibilidades de sobrevida si existieran las medidas de reanimación cardiopulmonar y un desfibrilador automático disponible (DEA).

En Chile, se estima que aquellas personas que sufren un paro cardiorrespiratorio (PCR) y que tienen posibilidades de llegar a un centro de atención de salud con vida, no es más de un 5%. No contamos con una legislación que promueva la educación en Reanimación cardiopulmonar desde la edad escolar, como lo hacen los países del hemisferio norte, donde la sobrevida de los pacientes en el extrahospitalaria es mayor al 90%. A esto se suma el que los DEA disponibles no suman más de 100, distribuidos en unos pocos colegios, algunas estaciones de metro o algún centro comercial.

Hoy leo en la página web de American Heart Association que cada minuto que se retrasa la reanimación cardiopulmonar, se disminuye en un 10% la sobrevida de estos pacientes. Entonces ¿qué esperamos para actuar?

Glenda Marco

Universidad del Desarrollo


¿Tomas democráticas?

Señor director:

Con respecto a las últimas tomas de colegios es destacable el cambio de actitud de las autoridades municipales, al oponerse decididamente a ellas y a los costos asociados. Pero, es aún más importante cuestionarse ¿en qué minuto hemos aceptado como democrático la toma de un colegio?, ¿En qué momento se les dio a menores de edad la atribución o el derecho a decidir sobre la continuidad del estudio a sus compañeros y dejarlos sin clases?

Si bien la historia ha demostrado que esta forma de protesta llama la atención, es necesario preguntarse ¿dónde están los padres, adultos o responsables legales?

Fernando Rojas Ochagavía