Los 100 años de don Benigno: una historia de resiliencia
Durante toda su vida fue muy trabajador, estuvo ligado a la familia ferroviaria y a las aventuras al interior de la pampa. Este domingo realizó una gran celebración junto a sus hijos, nietos, bisnietos, amigos y compañeros de hogar.
Ayer, martes 30 de mayo, don Benigno Paez Rosas se convirtió en una de las pocas personas que puede decir que cumplió 100 años. Pese a que en su carnet de identidad figura con esa fecha, cuenta que su madre tardó en inscribirlo en el Registro Civil ya que llegó a este mundo un 2 de mayo de 1917 en la localidad de San Félix, parte de la comuna de Alto del Carmen, provincia de Huasco.
Y como 100 años no se cumplen todos los días, don Benigno lo celebró a lo grande junto a sus cuatro hijos, nietos, bisnietos y otros parientes que incluso llegaron desde Argentina y otras partes de Chile para compartir junto a él su centenario.
A un día de su celebración, organizada por su familia en el hogar de ancianos donde reside, a la que también se sumaron sus compañeros y cuidadoras , don Benigno recibió a este Diario para contarnos cómo se ha cuidado todo este tiempo y entregar la receta para mantener una vejez plena.
Sentado en su silla de ruedas, don Benigno nos espera con una gran sonrisa. Lo acompañan su nieta Cynthia, sus hijos Iván, Ana María, Vinka, Elizabeth y su sobrino Manuel.
Dice que está un poquito sordo del oído izquierdo, así que pide que le hablemos fuerte para que nos pueda comprender. No lo manifiesta, pero su nieta nos susurra "está un poquito nervioso, es primera vez que lo entrevistan".
Pero don Benigno demuestra lo contrario y se larga a contar de inmediato que tuvo una vida activa, de mucho trabajo, como también que pasó diversas aventuras recorriendo parte de la pampa buscando minerales.
"Estuve en Valparaíso trabajando en algunas industrias, después en reparación de televisores en La Serena y en Vallenar trabajando con un señor llamado José Godoy en reparación de baterías. Después estuve en Potrerillos del 40' al 43' (precordillera de la Región de Atacama) y ahí no me gustó porque era muy helado", menciona Benigno, hablando pausado, fuerte y demostrando que pese a su edad, su memoria se mantiene intacta.
Agrega - y esto lo recalca muy emocionado y en cuatro ocasiones - que trabajó en el Ferrocarril de Antofagasta. "Cumplí la jubilación allí, en la sección de transporte, jubilé con el grado 18, escala única", agrega. Fue hasta telegrafista, encargado de traducir los mensajes en código morse para transmitirlos al resto de las centrales.
Claves
Cuenta que mantenerse activo y la buena alimentación fueron algunos de los factores claves para cumplir tantos años.
"Tomaba pajarete (vino que se produce al interior de la Región de Atacama); poquito vinito en las comidas, el vino seco que se llama, el corriente... Siempre estuve bien mantenido, bien comido y dormido. Mucho trabajo también, empecé de auxiliar de jefe de estaciones del Ferrocarril, de una a otra se movilizaban los trenes. Trabajé bastante de noche y fui escalando, pasé de ayudante, estuve en la pampa, en el paso de Socompa, en la frontera con Argentina y en Ollagüe, en la frontera con Bolivia", menciona.
Don Benigno, cuenta sus historias rodeado de sus hijos. El sol calienta poco, pero lo suficiente para que no tenga frío y pueda conversar en uno de los patios del hogar, adentro otros abuelitos juegan dominó y ven televisión.
Antes de jubilar aprendió a hacer artesanías con materiales reciclados para mantenerse ocupado. Confeccionaba lámparas, collares, ceniceros, entre muchas otras cosas, y la mayoría se las regalaba a sus familiares, a quienes les mandaba encomiendas con sus creaciones.
"Trabajé en diferentes partes, donde me mandaban allá iba, no me enfermé nunca, siempre fui sano, eso sí tuve un accidente cardiovascular en Vallenar, después de eso me trajeron mis hijos a Antofagasta. Como todos trabajan, en común acuerdo me trajeron al asilo para darles tiempo a ellos para que trabajaran, pero estoy muy agradecido del hogar", dice el abuelito.
Añade también que Dios tiene un papel muy importante en su vida. "Estoy agradecido de Dios y de todo el mundo de cómo ha sido mi vida, han pasado diferentes aventuras, no todo fue bonito, pero me conformaba y aspiraba de niño a trabajar en una parte donde pudiera jubilar y todo fue efectivo para mi".
Hijos
Sentarse frente a su padre y escuchar sus historias de trabajo y esfuerzo genera emociones encontradas en sus cuatro hijos y sobrino.
" Lamentablemente casi no vivimos con él, mi papá pasaba más afuera, así que creo que lo estoy conociendo más ahora, lo he aprendido a querer más, a admirarlo. No nos criamos casi con él, pero estoy más madura y ya lo veo de otra forma, de otro perfil, pero ha sido bien bonito. Lo quiero al viejito", dice la mayor de sus hijas, Elizabeth.
Agrega que "admiro a mi papá porque ha sido un hombre con mucha destreza manual, muy educado porque estudió por correspondencia (...) Si quiero sacar un ejemplo de la vejez la voy a sacar de él porque es alguien que acepta su vejez, la asume muy agradecido de la vida y cuesta encontrar personas a la edad de mi padre que no tengan esa amargura que es innata en los viejitos; mi padre no la tiene, es pura alegría, es optimista y me dijo que quiere vivir 100 años más".
Otra de sus hijas, Ana María, dice que hay un bache muy grande en lo que fue su niñez porque hubo una separación de sus padres cuando eran muy niños. "Hubo un padre ausente por un largo tiempo. Sin embargo, siempre estuvimos en contacto con él, nunca lo abandonamos, siempre estuvimos tratando de mantenernos en contacto y de compartir hasta donde podíamos (...) Admiro su sabiduría de cómo enfrentar la vida porque tuvo una vida difícil. Le diría a otras personas que tienen padres de la edad del mío que, por experiencia, lo que más necesitan ellos es compañía, cariño, mimarlos porque uno cuando llega a viejito como ellos vuelve a ser niño".
Junto a ella están Iván y Vinka, quienes también viven un proceso de perdón hacia su padre, sin embargo, mencionan que eso es lo importante de la vida: el poder cerrar ciclos, perdonar, avanzar y pese a los años, reunirse en familia como lo hicieron en el cumpleaños, ya que una de las recetas para seguir adelante, dicen, es la resiliencia, es decir, superar situaciones y salir fortalecidos.