Rodrigo Ramos B.
¿Y si la granada hubiera reventado en el medio del estadio de River Plate, justo después del penal no cobrado del "Mono" Burgos al "Huevo" Valencia? La granada -sí, una granada de guerra- fue transportada por un barrista de Los de Abajo, en un bus hacia Buenos Aires, Argentina. Era 1996 y Universidad de Chile jugaba la semifinal de la Copa Libertadores, frente a River Plate.
El reportero Juan Pablo Meneses viajó en el bus de Los de Abajo y concibió una crónica memorable: "Una granada para River Plate". Esta crónica se vuelve a editar en extenso a través de la editorial Lolita, de Francisco Mouat. El libro inaugura la colección Historias Crónicas, que tiene en lista unos autores que prometen.
-Retrocedamos al momento que te confirman que vas a Argentina, con la barra de la U. ¿Cómo te preparaste? ¿Qué es lo primero que metes a la mochila? Imagino que llevaste una...
Lo primero era celebrar que iba a ver a la U. Yo ofrecí escribir una historia, pero lo que me interesaba era ver al equipo. Partí en el periodismo como una excusa para ver a la U. Este viaje fue mi primera crónica y viaje fuera de Chile. Y la idea siempre fue ir, ver el partido y volver. En la mochila llevaba algo de ropa, un cuaderno, un libro que no recuerdo y un lápiz. No había celular, pero llevar un lápiz me hizo sospecho. Era uno de los dos que dentro del bus tenía un lápiz.
-La granada es el elemento de tensión, sin él no sería lo mismo, más allá del miedo de viajar con alguien que lleve una granada, ¿sentiste esa satisfacción de periodista cuando supiste que iban con eso a bordo? Dicen que la granada, en realidad, era una granada de fruta, ¿cierto?
Jaja, claro que no. Era una de verdad. En el bus contaban que uno de los barristas se la había robado cuando hacía el servicio militar (...) En un primer momento, la verdad es que me cagué de susto. No pensé, como lo haría ahora, que ojalá la tiren, que ojalá explote en el estadio, que ojalá sea una noticia mundial, porque ahora tendré una historia de puta madre. En la segunda parte de esta historia, la que transcurre el 2016 y que forma parte del libro, cuento dónde está el bus ahora. Porqué la empresa lo vendió y anda viajando por una ciudad del sur de Chile.
-¿Qué sientes después, en el momento que ves a la gente abrir el diario y leer tu crónica? ¿Cómo reaccionan Los de Abajo?
Por primera vez vi gente leyendo una historia mía. Pasó en el metro, con dos personas. Y yo me sentaba al lado, tratando de decirles que era yo el autor. Pero después uno entiende que la gente nunca lee al autor. Los de Abajo me molestaron una vez en el estadio, fue complicado, pero hoy están felices. Saben que de alguna manera, este viaje ha pasado a ser el más importante de la historia del Romántico Viajero. No hay viaje más emblemático. Ni siquiera el del campeonato en El Salvador, que fue con un retorno de ser campeones. La derrota en Buenos Aires fue hermosa en muchos sentidos, y ser recibidos como héroes después de esa victoria digna, es algo que un hincha azul no olvida fácil.
-¿Cuál es tu impresión de esto, sientes que desde ahí se mira distinto a las barras bravas del fútbol? ¿Sientes que era una crónica de denuncia o más bien que es una pieza más valorada entre los pares del periodismo narrativo?
En los '90 no había nada más importante que las barras bravas. La escuela libre de Los de Abajo tiene más de 15 años antes de las marchas por la educación (...) Nosotros viajamos dispuestos a dar la vida. Las barras participaban en política, sus líderes eran noticia.
La Estrella de Valparaíso