El hombre que mantiene viva la artesanía "made in
Todos los domingos, Hugo González vende sus réplicas de La Portada de Antofagasta en el mismo lugar donde saca su materia prima, cerca del monumento nacional. Acá nos cuenta cómo las fabrica, y su época de extra en "Quantum of Solace".
A los 26 años, cuando ya llevaba por lo menos década y media tallando figuras en la madera que pillase, Hugo González (hoy casi de 64, los cumple el 14 de agosto) dejó de lado un momento su cuchilla para probar una galleta, que le podría permitir comenzar a trabajar figuras con piedra y ónix. La galleta, de pésima calidad, prácticamente le rebanó el pulgar izquierdo. Tomando en cuenta que él es zurdo, una amputación le cortaba no sólo el dedo, sino que toda su incipiente carrera de artista.
A casi cuarenta años de eso, Hugo muestra sus manos completas. Los dedos, separados y deformados a la fuerza con el tiempo y el trabajo, se notan desgastados. Ahí está el pulgar. Chueco, pero está. Con esas manos, todos los días Hugo sale a su taller para trabajar la coquina, una especie de piedra formada a partir de los milenarios sedimentos que quedaron en la costa antofagastina, algo así como miles de conchitas petrificadas. De la coquina salen, cada semana, cientos de réplicas de La Portada de Antofagasta, que sale a vender allá mismo los sábados y domingos.
González defiende la idea de hacer artesanía exclusivamente de la zona, no réplicas y dibujos de copihues que dicen "Antofagasta-Chile", "Calama-Chile", "San Pedro de Atacama-Chile", que se pueden ver en cualquier living del país pero que jamás se realizaron acá. El inicio por su interés en el patrimonio regional fue cuando descubrió la coquina. "Hace 25 años tallé una Portada", cuenta el artesano, que agradece el apoyo de la Conaf y la Muni.
Los amigos no le creyeron que iba a vender una piedra que -por entonces- no parecía tener mayor valor, pero justo pasó por el puesto un gringo que le compró la pequeña réplica del símbolo local. Ahora, cuando va los fines de semana se lleva bandejas llenas con portaditas, adornadas con un lobito de mar o una llama. Los turistas que pasan se las llevan casi todas.
Artesanía made in antofa
En la mesa de la cocina de su casa, Hugo González ya tiene preparada una muestra de su trabajo en madera para la cámara de "La Estrella". Ahí hay balsas, réplicas de las máscaras mortuorias de la cultura chinchorro, arpones similares a los que utilizaban los changos en la costa. "Yo empecé cuando estaba en séptimo año", cuenta Hugo. "Yo para la matemática era terrible de malo, siempre me gustó el arte, dibujar, pero el profe nunca me puso buena nota", recuerda.
Años después, el alumno se volvió a topar con el profesor, cuando el primero ya llevaba su buen tiempo tallando madera y piedras. El profe que lo tapaba en rojos lo felicitó y le ofreció el torno que tenía en su casa para que siguiera con su sueño.
Para hacer los trabajos en madera, durante la semana Hugo hace dupla con su señora, Sandra Horta. Ambos van a buscar a los vertederos alguna pata de cama tirada, o alguna madera que en algún momento fue un clóset. De vuelta en la casa, Hugo hace el trabajo de tallar réplicas de la cultura atacameña o chinchorro y Sandra hace el trabajo de investigación de época. Así, los fines de semana le explican a los turistas de qué se trata casa cosa.
"Nosotros trabajamos con el estudio de libros", cuenta doña Sandra, apuntando una quena fabricada a partir de un guajache. "Esas quenitas se hacían con las alas del pelícano", dice. De ahí mismo salían unas varas con las que los chamanes inhalaban alucinógenos.
Hugo toma aire y hace sonar una quena.
-En una reunión de noche, es un deleite escuchar este sonido- comenta.
El chupacabras
Hace más de una década (algo más incluso), en el norte comenzó el mito de la aparición del chupacabras, ese ser misterioso y extrañamente jamás capturado, que dejaba a los pobres animalitos sin una gota de sangre. En medio de la onda del chupacabras -que ameritó hasta su canción, fotos mal trucadas y un sinfín de teorías conspirativas-, Hugo talló en madera una figura del mítico personaje, como la mostraban en la tele.
"Vimos una foto de internet, de Puerto Rico, encontré la madera precisa", cuenta. A partir de un laurel, comenzó a tallar las espinas de este alien terrestre y le quedó bien bueno. En ese tiempo, principios de los 2000, la pareja trabaja en un puesto en el centro. Unos españoles, turistas, se lo compraron. "Me pagaron, se lo llevaron y se fue a un museo en Barcelona", asegura Hugo. El chupacabras quedó expuesto como una más de las leyendas mitológicas de América, así como el Caleuche o el Trauco. Hugo no está seguro donde estará exactamente esa figura o en qué museo. "En Barcelona debe de estar", dice.
Años después, en 2007, la cineasta Adriana Zuanic lo ubicó para el casting de "Quantum of Solace", aquella película de James Bond que se filmó en Sierra Gorda, donde el entonces alcalde Carlos López casi se mete a la cinta con camioneta y todo. "Esa niña nos contrató a nosotros, nos hizo un casting en San Pedro de Atacama", cuenta. Él no quería ir, pero su señora le insistió. "Anda", le dijo. Al final, Hugo aparece en diez segundos de la cinta, tomando una maleta y subiéndose a una micro con dos bolivianas.
A unas cuadras de su casa de calle Quito, el artesano tiene su taller para trabajar la piedra que le va llegando. Entre dos enormes palmeras y cubriendose del sol con una malla, Hugo toma una roca de coquina y la va tallando delicadamente para lograr la Portada perfecta. Alrededor del sector de trabajo cuelgan recuerdos: una calavera de toro, ruedas de carretones, incluso una radio que, a pesar de estar tapada en el polvo que deja el paso de la roca por la galleta, aún funciona. Y es a caset.
"Esta es una buena piedra", dice el artesano mientras va tallando. "Nosotros traemos rocas grandes que hacemos con talado, cortamos al lado y de ahí vamos tallando. Tengo los dedos deformados de tanto tallar", ríe.
Hoy, el artesano se dedica todos los días a trabajar la coquina para seguir sacando réplicas de la Portada de Antofagasta, mientras investiga sobre las culturas de los antepasados que vivieron en la región.
"Estamos investigando, yo de chico, nunca llegué a la universidad pero me gusta la arqueología. Uno tiene que estar informar para entregar bien el artículo que uno vende", cuenta el artesano.