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El centenario de la 'skola' croata y algunas de sus generaciones

El próximo 30 de julio celebrarán los 100 años formando a hombres y mujeres que hoy ocupan importantes puestos en la sociedad antofagastina. Dos de sus funcionarios más emblemáticos conversaron con La Estrella.
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Andre Pierre Malebrán Tapia

Antes de que tener un colegio fuera el equivalente a abrir un supermercado en este país, en las grandes ciudades los establecimientos educacionales eran pilares fundamentales de la vida social, verdaderas instituciones que formaban generaciones de alumnos identificados a muerte con sus colores e himnos.

Uno de ellos fue el proyecto educacional de la colectividad croata en la capital regional. Corría el año 1916 y bajo el nombre de Colegio Yugoslavo, comenzaba la era académica creada por los descendientes eslavos.

En un inicio se ubica en el edificio de la colectividad -en calle Condell- pero dos meses después se mudan a Arturo Prat 837, donde actualmente se encuentra el Santo Tomás.

"Esa fue la dependencia a la que yo ingresé, colegio básico, escuela particular N°2 Colegio Yugoslavo. Era chica, una casita que tenía cierta amplitud, no muy ancha sino más bien larga, y ahí había hasta sexto año básico", comenta el exalumno y actual funcionario de la institución, Ítalo Santoro Arancibia.

Recuerda que en ese tiempo le impactaba lo ordenado y bien llevado que era el colegio.

Sin ir más lejos, en su generación compartió aulas con el ahora empresario Francisco Korlaet, el reconocido médico Juan Antonio Cotoras, y se sentaba con Roberto Márquez, quien años más tarde formaría el, quizás, grupo más conocido de estos lares: Illapu. "Ahí estudiaban todos los Márquez, entonces cuando teníamos un acto tocaba Roberto y cantaba la hermana, Miriam", agrega.

Hubo un hombre, don Benjamín Guerrero Bustamante, que fue su director por años formando a varias generaciones hasta que falleció. En su partida el colegio fue tomado por su señora, Catalina Eliash Mardones, pero duró solo un par de años ya que la sociedad croata se empezó a poner inquieta y pidió que el mando fuera liderado por otras personas.

Fue así como en 1988 parten con la enseñanza media dirigidos ya por otro grupo de representantes. Se comienza a invertir velozmente en el crecimiento, al mismo tiempo que llegaban más niños. Su primera generación de cuartos medios se titula en el año 91.

En el amanecer de la década del noventa subieron a una matrícula de 1.600 estudiantes, por lo que abren el Colegio Antonio Rendic con 400 jóvenes del sector sur de Antofagasta. Y si ya estaban en el centro y en el sur de la ciudad, se planteó la posibilidad de llegar también al lado norte. Así nace el San Agustín, bajo el mismo proyecto educativo de la ahora "Hrvatska Skola" (Escuela Croata) San Esteban. Y actualmente también se incluye el Netland School dentro del holding.

"Nos llaman de Estados Unidos, de Europa, de todo el mundo, tenemos exalumnos que siempre se acuerdan del colegio. Y para qué decir de Antofagasta. Acá los profesores que llevan décadas van al hospital o la Clínica Antofagasta, y se encuentran con doctores, enfermeras, matronas. Todos del colegio. Voy a los juzgados y está lleno de abogados (que estudiaron ahí), en la minería también. Ya con mis cuarenta años de servicio me sigo encontrando en la calle con personas que me saludan: profe, profe, profe (...) Eso es emocionante", manifiesta Ítalo Santoro Arancibia, quien actualmente ejerce como el inspector general del San Esteban.

Docente y alumnos

Margarita Pasache Rojas fue profesora de Ítalo Santoro, es la funcionaria con más tiempo en la institución, lleva 57 años cumpliendo rol en docencia y ahora en la inspectoría. Ejerció 42 años en Prat 837 y luego se hizo cargo de un anexo que estaba un poco más arriba de Avenida Argentina. El 2007 se fue a la actual dirección -14 de Febrero 2212- y comenta que lo más especial que le toca vivir hoy es tener como apoderados a exalumnos suyos. Con orgullo revela que en todos estos años nunca tiró una licencia, y eso que -entre risas- confiesa que a diario se ducha de madrugada con agua helada.

"Yo me dediqué siempre a hacer clases a los niños de enseñanza básica. Siempre tuve mucho contacto con los niños. Ahora estoy como inspectora, así que he vivido de todo. Tengo muchos colegas que los tuve en mis clases", proclama.

"No tengo ganas de salirme de este colegio. No sé cuál es el secreto, solo sé que uno nace con vocación y yo tengo esto muy dentro mío y me gusta. Nací con la vocación de enseñar. Me encanta, soy de esas que aman estar en el colegio, llego a las siete y media y no me voy hasta las cinco y media o seis de la tarde".

Sobre el principal cambio que advierte en la educación chilena, distingue marcadamente la ausencia de los apoderados en el proceso escolar, siendo antes más complementario entre el hogar y el colegio. En otras palabras, pareciera que la carga laboral de los padres dejara secuelas en la manera cómo los escolares complementan su formación. Algo en lo que debemos trabajar. "De alguna forma antes había una mayor preocupación. Se entiende que ahora las mamás y los papás trabajan más, pero hay muchos que no vienen ni a reuniones. Eso [los] perjudica", advierte.

Hablando de las generaciones anteriores, formados en esa vieja escuela, nombra a un par de conocidas: Karen Rojo y Fabiola Rivero.

Estudiando de pequeña, la actual alcaldesa de Antofagasta demostró voz de mando de pequeña, por lo menos así lo recuerda Margarita: "Cuando cumplí 55 años de trayectoria en el colegio, ella vino. Me mandó una tarjeta y vino a saludarme. Vino al acto solemne que me hicieron (…) yo la recuerdo con mucha personalidad. Era así como ahora", afirma.

Celebración

Margarita piensa que sería lindo volver a ver a quienes pasaron por ese colegio una vez más, después de todo, un siglo no se cumple todos los días. Comenta que se ilusiona con la idea de reunirse con todos, los que ahora son exitosos empresarios, con los políticos, profesionales de todas las áreas, los músicos, exfuncionarios y académicos.

El 30 de julio celebrarán su centenario en un encuentro que será en el Enjoy Antofagasta, donde esperan lanzar además un libro con la historia que la 'skola' croata forjó durante diez décadas en la ciudad. Una buena oportunidad para que se reencuentren compañeros y amigos.