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"No hay que entender a la ciudad como algo comercial"

El artista chuquicamatino Luis Núñez, analizó el estado en el que se encuentra el espacio urbano regional. Pide que se tenga una mirada más "romántica" para tratar a las calles.
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En días en que la arquitectura y el espacio urbano pareciera retomar mayor importancia en la mente de los chilenos, luego de que Alejandro Aravena recibiera el llamado "Nobel de Arquitectura" -el premio Pritzker-, en Antofagasta el destacado artista Luis Núñez aprovecha de observar el actual panorama patrimonial.

Chuquicamatino de tomo y lomo, el hombre encargado de hacer los murales que recogen el legado patrimonial en espacios como la Casa Gibbs, ha marcado su sello hiperrealista con la esperanza de que esa cosa llamada ciudad, no sucumba ante el aplastante olvido de las carreteras e inmobilarias.

El espacio público entendido como un lugar de reconocimiento cultural e identitario, es la esperanza que tiene este artista tras el notable premio que logró el arquitecto chileno Alejandro Aravena.

"Es tremendo que su trabajo sea reconocido en el mundo, pero no debemos olvidar que ya son varias áreas en las que los chilenos destacan en los niveles más altos, entonces eso quiere decir que en Chile hay buena materia prima", reflexiona desde el comienzo.

¿Cuál es la mirada que debemos tener?

-Las cosas antiguas hay que verlas de forma más romántica, que no sea absolutamente comercial, donde justamente viene una constructora con poder adquisitivo y compra los terrenos sacando una casa que ha sido a lo mejor algo histórico, y que la derriba y la echa abajo. Eso da mucha tristeza.

Si las cosas se hacen con empatía con el entorno, ahí no hay problemas. Pero lo más fácil es armas los edificios con plantillas, de forma funcional. Con el premio (de Aravena) se espera que los arquitectos (de las constructoras) empiecen a ser más amigables con el entorno.

¿Y de quién es la culpa?

-Obviamente no de los arquitectos, es culpa de la vorágine comercial de la región, en la que mientras más rápido se pueda construir es mejor para recuperar la plata.

Este es un tema central de su obra

-Sí. Se trata de plantear miradas distintas, y dejar memoria, que es lo más importante. No olvidar quiénes somos acá, de dónde venimos y para dónde vamos. Lo fundamental es siempre la historia.

¿Destaca a alguna empresa o institución que esté haciendo lo mismo?

-Yo creo que en los que están preocupados de hacer memoria, y preservarla, está el Ferrocarril y el Museo del Desierto de las Ruinas de Huanchaca también, o la Agrupación de los Pintores del Norte. Ellos son parte, pero hay más instituciones que no tienen los recursos para luchar contra la vorágine constructiva. Al final lo que queda es una pequeeeeña migaja para poder hacer alguna cosa atractiva para las ciudades.

Entonces estamos apuntando en otro sentido

-Lo que pasa es que se cambió la mentalidad en algún momento en el que alguien dijo que íbamos a ser la Dubai de América, entonces los antofagastinos nos quedamos con esa visión y veíamos como se levantaban edificios de 20, 30 pisos y pensábamos que todo estaba bien. Pero nos equivocamos, porque te echan abajo tres casas de valor patrimonial y te plantan un edificio que al final deja todo desordenado, no reglamentado, y ahí hay que preguntarle a los que dan esos permisos para hacer esas cosas, cuál es su visión. Yo creo que las autoridades tienen mucho que decir, y los artistas tenemos mucho que decir y hacer.

¿Qué intervendría ahora en Antofagasta?

-Hay que tener una mirada optimista y pensar cosas que con hacer poco, se cree algo importante. Yo siento que hay que mirar más en el borde costero, recuperando los roqueríos que son únicos. Lo segundo es el borde de los cerros. Yo sé que hay muchos campamentos, pero se podría organizar con ellos y tratar de pintar esas casas. Creo que sería muy lindo y la experiencia lo avala.