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"Choconiño" endulza la espera de los pacientes del hospital

Todas las noches, Rodrigo Ponce visita la urgencia del principal recinto asistencial de Antofagasta, para regalar chocolate con leche caliente a las personas que esperan una atención médica.
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Manuel Chimaja Olguín

Son alrededor de las 23:40 horas del sábado 2 de enero y la sala de urgencias del Hospital Regional está repleta de enfermos, es más, hace unos minutos un lolo de 15 años destruyó dos puertas y varias paredes del recinto, dejando el ambiente tenso y silencioso.

La agonía y desesperación se apodera de varios pacientes, quienes esperan horas y horas por la atención de algún profesional. Por su parte, dos mendigos se adueñan de dos bancas para armar camas y dormir plácidamente en este lugar, a vista y paciencia de Don Roberto, quien lleva más de ocho horas esperando un resultado por una mordedura de araña.

De un momento a otro un joven de short y polera entra a la urgencia con una sonrisa de oreja a oreja. Algunos lo miran desconfiadamente, otros lo saludan como si fuera un trabajador más. Se trataba de Rodrigo Ponce, o más conocido en ese mundo, como el "Choconiño de Antofagasta".

Solidaridad

En su espalda un barril lleno de chocolate con leche caliente, su objetivo: repartirlo gratis a cada uno que quisiera este elixir de campeones que alivia un poco, el dolor, y la angustia de esperar cuándo el parlante dirá sus nombres para poder ser atendidos.

Algunos amablemente reciben la taza de plumavit mientras que otros dicen que no, y se arrepienten a los 5 minutos y corren tras él para tomar un poco de este brebaje azucarado.

La historia de este antofagastino noble y esforzado, parte en la época escolar, cuando todos sus compañeros y amigos lo conocen como el Choconiño, un personaje de la serie animada "Hey Arnold!", que era adicto a esta golosina.

Pero fue en el año 2004 -en la universidad- cuando en el ramo de marketing y publicidad le pidieron realizar un emprendimiento, y como Rodrigo desde el colegio era reconocido como el Choconiño, quiso patentar este nombre y su trabajo que consiste en vender productos derivados del cacao en diferentes puntos de la ciudad, pero con su marca y talento propio.

"Me acuerdo que los primeros días fueron complicados, ya que me dediqué a vender todo tipo de productos derivados del late y chocolate con leche caliente, de ahí en adelante comencé a ganarme la confianza de las personas y me compraban siempre", comentó Ponce.

Con el paso del tiempo Rodrigo comenzó a ganar terreno y cariño en el Balneario Municipal, donde caminaba por horas con su polera y gorro de Choconiño, mientras las personas disfrutaban de la playa.

El principal objetivo de esta pega era reunir fondos para costear sus gastos durante el año y de repente para unas vacaciones. En el verano trabaja de lunes a domingo y el resto del año lo hace esporádicamente, dependiendo de la demanda de la universidad.

¿Pero cómo nació esto de regalar chocolate en el Hospital?, bueno esa respuesta nació cuando Ponce junto a sus amigos estuvieron en un restaurante de comida rápida, donde los trabajadores botaban lo que sobraba del día. Ahí Ponce les preguntó si podía regalarla a las personas de la calle, pero ellos se negaron inmediatamente.

"A mí siempre me quedaba chocolate en el termo al finalizar mi jornada laboral y no sabía qué hacer con este, pero gracias a los consejos de mi madre me decidí ir en las noches al hospital a regalarlo a quienes sí lo necesitaban", sentenció Choconiño.

A eso sumar que hace unos años Rodrigo junto a su familia pasan la Navidad en el hospital, donde reparten tortas, pan con queso y jamón, entre otros manjares, esto porque ya estaba aburrido del sistema de los regalos y quería darle un verdadero sentido a la festividad.

Ya son dos años desde que Rodrigo realiza esta labor, la cual ha sido bien recibida por los pacientes de urgencias del principal recinto asistencial de la Perla del Norte. Los primeros días la gente quería pagar y ahí él tuvo que informarles que todo es gratis y que lo hace por alegrarles la extensa jornada. Es más algunas personas le dejaban monedas en los bolsillos como otros les daban un abrazo por la noble actividad social.

"Esto lo hago de corazón y por las personas que deben estar horas y horas esperando. El sistema de salud en nuestro país está mal y lo menos que puedo hacer es colaborar con una tacita de chocolate para darles tranquilidad y que tengan ganas de seguir luchando", aseguró Ponce.

Durante el verano este lolo antofagastino aprovecha de realizar esta actividad durante todos los días y siempre pasadito las 23:00 horas, horario en donde los nervios de los pacientes están de punta por lo que un poco de late les viene de maravilla. Mientras que en la fecha de universidad los hace sólo los sábados y domingo, siempre con el apoyo de su madre, quien ha sido pieza fundamental en esta iniciativa.

Experiencia

Sin duda han sido años de mucha satisfacción, para este joven personaje antofagastino, quien ha vivido en carne propia la atención de este recinto hospitalario y que por ello ha querido colaborar con esta causa, donde espera hacerlo por muchos años más.

"La mejor forma de pagarme es con una sonrisa y que van a estar bien, no pido dinero ni nada por el estilo solo quiero ayudar con lo que más me gusta, el chocolate", sentenció Ponce.

Respecto a su fama, Rodrigo lo ha tomado con calma, ya que en el 2012 salió por diferentes medios de comunicación de la región y hasta nacional por ser el Choconiño, en aquella oportunidad recibió varios llamados y entrevistas.

"Cuando salí en la tele y en los diarios había gente que me pedía autógrafos, yo lo tomé con humor y gratitud, ya que es una forma de que valoren tu trabajo el cual me ha ayudado mucho a mí y a mi familia" dijo el amante del chocolate.

En la actualidad este antofagastino se encuentra trabajando full time en el Balneario Municipal y como el personaje de Hey Arnold! sin duda será uno de los regalones de los veraneantes y qué mejor de los cientos de pacientes del Hospital Regional de Antofagasta, quienes noche a noche esperaran con los brazos abiertos este noble gesto.