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El entrenamiento para ser luchadora por un día

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Esta corta y estrepitosa carrera como luchadora, comienza cuando un miércoles por la tarde, le pido a mis amigos y cercanos que me ayuden con un nombre. "Hola, este fin de semana cumpliré el sueño de ser luchadora por un día, pero no sé cómo llamarme. Cualquier idea que tengan será bienvenida", les digo y al cabo de unas horas recibo un montón de sugerencias. De éstas, rescato "Medusa" y "Fragata Portuguesa" por su cantidad de votos, no obstante ni siquiera alcanzo a decidirme por una de las opciones, porque apenas llega el sábado y coloco un pie en el Club Deportivo Wilson de Villa Alemana, Sebastián, más conocido como "El Alacrán", me manda a cambiarme de ropa.

- De ahí lo que te vistas te unes al trote y haces los ejercicios con nosotros- me dice con energía.

En el baño, mientras me coloco las pilchas que adquirí en un local de ropa americana, me pregunto si lo que practiqué durante la niñez me servirá en este momento. Cuando tenía unos 9 ó 10 años, solía ver la WWF en La Red y después imitar todo lo que veía con "Alexis", un oso de peluche que me regalaron mis primos cuando cumplí años. También con el Samy y el Marcelo Toledo, dos niños de mi barrio que amaban a La Roca (Dwayne Johnson) y que a su manera me enseñaban a hacer algunas llaves. Supongo que algo de esas enseñanzas me debe haber quedado, pero no puedo seguir pensando porque escucho que alguien habla de mí allá afuera.

- Oye, ¿pero ella también va a luchar? - pregunta medio preocupado uno de los cinco hombres que vi al entrar al recinto.

- Se supone que sí. Igual tenemos que cachar cómo está - le responde el que supongo es Alacrán.

Cuando ya estoy lista, me miro al espejo y me río por como me veo. "¡Atángana!", exclamo y hago unas poses frente al espejo. Luego agarro la mochila y salgo. Alacrán está rodeado de sus cuatro discípulos y me llama al entrenamiento.

- Ahora tienes que trotar y cada vez que cuente "1,2,3", hacer el ejercicio que corresponda- me explica.

Como la buena alumna que trato de ser, rápidamente me integro y me coloco al lado de Ricardo, un chiquillo que lleva dos semanas en la Nueva Alianza Guerrera (NAG) y de Joel, que lleva un corte de pelo muy parecido al que usaba Phil Anselmo en el video de Cemetery Gates de Pantera.

- Ya, 1,2,3, flexiones de brazos - manda El Alacrán.

Nos tiramos al piso -frío y sin colchonetas- y tratamos de cumplir. Pero yo no me puedo el cuerpo.

- Eh, periodista, ayúdate doblando las rodillas- sugiere el entrenador.

Hacemos cinco de éstos, nos volvemos a parar y trotamos una vez más. "1,2,3, ahora abdominales", nos dicen. Me relajo porque es algo que más o menos domino, pero la exigencia es alta y debo apurarme.

- Ya, 1,2,3, sigan trotando- dice Alacrán apenas termino el último ejercicio.

Mis compañeros, que me miran curiosos, han repetido como tres veces esta secuencia. Amablemente han querido acompañarme y yo se los agradezco. Después de todo habría sido penoso hacer sola las cosas mientras todos me miran.

- Ya, 1,2,3, ahora sentadillas- exige el entrenador.

Sigo poniéndole empeño, pero no es tan fácil como se ve. Después saltamos extendiendo ambas piernas y terminamos haciendo "payasitos" y "acordeones". Cuando el calentamiento al fin termina, yo tirito un poco.

- Ya, eso es todo. Ahora vamos al tatami- señala El Alacrán y todos aplauden con alegría.

La vuelta de carnero

El tatami, que es una tarima de planchas de cholguán forradas con una vieja alfombra azul, está amortiguado con neumáticos que los propios luchadores han coleccionado. El Joaco y Wladimir, los otros dos luchadores que están presentes, no se aguantan y saltan sobre ella. Me da nervios, pero ya quiero empezar.

- Ya, como hoy estamos con la periodista, vamos a empezar con el nivel de entrenamiento básico: la "vuelta de carnero"- dice Alacrán. Yo me río. Hace tiempo que no la hago y espero acordarme. Pero cuando me arrodillo en el tatami, empiezo a sufrir. "¿Qué haría Bielsa en mi lugar?", medito en voz baja.

- Ohhh, no me acuerdo cómo se hace- confieso entre risas.

El entrenador, que está a mi lado, me dice que sólo debo colocar el mentón en mi pecho y de ahí impulsarme, pero estoy bloqueada.

- Cuando yo partí tuve varias semanas practicando la vuelta de carnero. Así que dale no más- me consuela el Joaco.

Pasan algunos minutos y yo sigo pegada mirando la tarima. Trato de dar la vuelta, pero siento que me falta fuerza. El entrenador me advierte que tenga cuidado con el cuello porque la estructura es dura y me puedo lesionar.

De pronto, ya aburrida de no acordarme cómo se hace, me armo de valor y me lanzo. Cuando lo hago, todos me aplauden y gritan. No entiendo nada.

- Es que acabas de hacer la voltereta cayendo como en la lucha. ¡Así se hace! sólo te faltó el grito - me felicita El Alacrán.

A partir de entonces, cambio de actitud y me olvido de todo. Soy una luchadora y no puedo flaquear.

- Ahora que la periodista hizo la vuelta de carnero, vamos a hacer el monito mayor. Cada uno va a ir pasando por el tatami para hacer el ejercicio y así sucesivamente - explica el entrenador que lleva cuatro años en la NAG.

Hacemos la vuelta de carnero terminando con las dos piernas fijas en la tarima y haciendo gritos de guerra y dolor. Eso es lo más divertido, golpear la tarima y que cada contacto vaya acompañado de un grito que aparentemente es de sufrimiento por caer.

En eso, El Alacrán da una pequeña cátedra de los tipos de lucha. "Los mexicanos son los más ágiles, son buenos para saltar. Los europeos son más llave y golpes, mientras que los japoneses se especializan en las artes marciales como el puroresu. Los Titanes del Ring, que son muy conocidos, son más de un estilo cachascascán porque la lucha libre actual es de tirar más a los tipos para arriba, hacer levantamientos", detalla.

Luego se refiere a los gringos, como los de la WWE, que se lucen con las historias que cuentan tras bambalinas. "La lucha gringa tiene de todo un poco. Ellos empezaron con la historia y por ejemplo, CM Punk, fue uno de los personajes que revolucionó la historia de la lucha libre porque inventó hilar las historias que pasan afuera del ring. Es decir, si tiene un problema con un luchador, él va y se lo tira a la cara en el ring y eso vende", se explaya.

Entrar a una pelea

Luego de practicar con las volteretas, los gritos y unos pequeños saltos, El Alacrán me explica cómo entrar a una pelea. "En un día es difícil que puedas pelear porque es demasiada la técnica y mínimo se requiere un año... y eso si es que eres rápido para aprender. Pero bueno, para entrar a la lucha tienes tres maneras de entrar: con la cuerda, con golpes o la toma de árbitro, que es la que ahora vamos a hacer", precisa.

El entrenador llama a Gustavo, más conocido como "Capitán" y me muestra cómo es la "toma de árbitro". De acuerdo a lo que entiendo, es enfrentar al rival con actitud desafiante y agarrarlo del hombro o cuello con una mano, mientras que la otra sujeta el brazo. De ahí el luchador más rápido trata de liberarse haciendo una llave. El Alacrán me enseña la de agarrar la cabeza.

"Entras haciendo la toma de árbitro y luego te liberas zafándote de la mano que te tiene tomada el brazo. Ahí te das vuelta, agarras la cabeza entre tus dos brazos y arrojas al luchador sobre tu espalda para que caiga", me indica.

Me hace una demostración y me agrada. Es idéntico a lo que he visto en las peleas y quiero puro aprender a hacerlo. Me doy cuenta que también puedo usarlo en defensa propia en caso de algún asalto.

Me subo una vez más al tatami y sigo las instrucciones que me dio El Alacrán.Y para alegría mía, logro dominarlo y botarlo al suelo. Eso sí, el entrenador me aclara que todo es mitad y mitad.

"Muchos dicen que todo es falso y un show, pero hay luchadores que golpean y lesionan de verdad. La gracia de esto es practicar y darle entender al rival lo que se va a hacer para que colabore. Al final es un trabajo entre dos, donde gana el más ágil", manifiesta.

El resto de los luchadores me mira sorprendido y me aplaude. Para llevar apenas unas horas, ya he logrado dominar una llave. Me siento feliz.

"Ya sabes cómo entrar a una pelea y cómo sacarte al rival encima. Eso es lo básico y recién se empieza a enseñar a los cuatro meses de entrenamiento. Has tenido una clase más que express", me asegura el líder de la NAG.

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