Grande Tocopilla
Señor director:
Quise titular este saludo a mi ciudad con ese nombre, "Grande Tocopilla". Quizás resulte rimbombante por la dura y triste realidad que vivimos o sobrevivimos los que aún nos aferramos a la esperanza de un mañana mejor, pero estamos presentes, con la fuerza que solo tenemos los que a diario nos levantamos sin saber qué nos espera y con qué tragedia nos vamos a encontrar.
La falta de oportunidades para progresar hace que nuestros jóvenes muchachos emigren a otras ciudades para buscar un mejor horizonte. Los que partieron antes lo han logrado y por lo mismo algunos aducen que si se hubieran quedado aquí aún estarían marcando el paso en el mismo lugar.
Es una realidad. Cuesta mucho salir adelante en nuestra querida "Madre del Viento". Vivimos recordando el pasado esplendoroso cuando el trabajo sobraba y la vida era placentera. La vida nocturna era grito y plata para los comerciantes dueños de cabaret y negocios afines, nada hacía presagiar que esta bonanza desaparecería.
Pero pasó, el auge del salitre terminó y con ello se fue nuestra "dolce vita" y lo peor que nos podía pasar pasó, vinieron los desastres naturales y fuimos golpeados duramente poniendo a prueba nuestro temperamento. Y si sacamos cuentas, con las tragedias Tocopilla creció, nacieron las poblaciones Cardenal Caro, La Patria, Padre Hurtado, Villa Los Andes, Villa Norte, Tres Marías, Pacífico Norte y Alto Covadonga, junto a tener edificios públicos grandes y modernos.
Si la cosa sigue así, estaremos rogando que pase algún desastre natural para que podamos ser tomados en cuenta y por lo mismo estar un poco mejor, claro está, con el respeto que me merecen los familiares de las víctimas que han cobrado estas tragedias, pero si analizamos lo que escribo, nada es alejado de lo que ha pasado.
De lo que sí estoy seguro, es que somos únicos, ya que, a pesar de todas nuestras necesidades y falencias adoramos esta tierra que nos vio nacer y donde también nacieron tocopillanos destacados en Chile y el mundo.
Nadie sabe qué tiene este terruño que hace que estando lejos de él añoramos volver a pisar su suelo amado. Prueba palpable es la llegada de nuestros coterráneos en los días de nuestro aniversario. La emoción embarga a los que desfilan y los que los ven pasar con su paso airoso y lleno de orgullo por estar rindiéndole tributo a su ciudad.
Felicitaciones a los hijos de esta tierra de sacrificios y esperas por levantarse siempre. Y no hay tsunamis, terremotos o aluviones que nos hagan caer o bajar los brazos, ya que somos hijos del rigor y tenemos la fuerza y convicción a flor de piel para seguir levantándonos una y otra vez hasta rendir la vida si fuera necesario.
Juan Solas Reyes