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Espacio para todas las expresiones del alma

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Precisamos espacio para todas las expresiones, oponerse a ellas paraliza la vitalidad de los seres pensantes. Indudablemente, ante la escasez de pensamientos, hay más docilidad y menos actos creativos para disolver ideologías dominadoras, que nos constriñen hasta adormecernos. Únicamente la autenticidad nos hará libres y es, desde esta naturalidad expresiva, como podemos romper las cadenas. Sin duda, hoy más que nunca, necesitamos mensajes liberadores frente a tantas opresiones, la más grave reducir al ciudadano a ser la voz de su señor, a ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño o el adoctrinamiento. Por desgracia, la maldita mentira es la gran dominadora, hasta el punto que la hemos convertido en una gran bola de nieve, que cuanto más rueda, más grande se vuelve. De ahí la necesidad de activar la cultura como conciencia colectiva, como modo de pensar y de vivir. En realidad, cohabitar como ciudadano, significa elegir una actitud comprensiva sin dejar de ser uno mismo, bajo la necesidad de convivir libremente con los seres de su propio linaje, dotándonos para ello, de artes o lenguajes diversos, para que sean el gran instrumento y lazo común que nos fraternice.

En tantos momentos de aprietos, este tipo de cultivos, no sólo alivia la situación de dificultad humana de cada cual, también contribuye a sentirnos alimentados espiritualmente. No olvidemos que, con muy poco presupuesto se pueden hacer grandes cosas, y yo me sentí poblado de felicidad ese día. Al pueblo y a los miembros del grupo, por ende, deseo expresar mi aprecio por el talento y la energía con que han interpretado los sugestivos fragmentos musicales, deseándoles largas e intensas intervenciones por todo el planetario. Estamos necesitados de su aliento y de su armónico hacer.

En verdad, si no fuera por este tipo de expresiones del alma, tendríamos más razones para volvernos locos. Por eso, cualquier recóndito lugar del mundo, ha de propiciar este tipo de gozos, que infunden esperanza en el corazón humano, tan necesitado de luz y tan desbordado por los desconsuelos. Realmente, concurre un misterioso y profundo nexo entre música y anhelo, entre el color del verso y el pentagrama de esencias, entre el dibujo del camino y el horizonte que abrazamos. Con razón, la tradición cristiana representa a las almas bienaventuradas cantando en coro, arrebatadas y extasiadas por la belleza de Dios. De igual modo, para los no creyentes, la alegría del canto y de la música, el abecedario pictórico o el mismo arte en general, es también una invitación constante a embellecerse con la existencia. Reivindico, pues, estos espacios que nos trascienden, haya donde habite cualquier ser humano.

Víctor Corcova Herrero

escritor