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Pablo Villagra: confesiones de 20 años repartiendo el gas

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Lleva veinte años trabajando arriba de un camión repartidor de gas, pero últimamente todos lo ubican y saludan en la calle. Pablo Villagra aparece unos segundos realizando su trabajo en un spot publicitario de Gasco, y no falta el cliente que le pregunta si él es el caballero que sale en la tele entregando balones.

-Incómodo, yo pensé que era más fácil, ¡si estuve tres días grabando! Lo más difícil yo creo que son las grabaciones en sí, porque me hacían repetir varias veces la misma frase, jeje.

-O sea, me dijeron... salía en el contrato.

Hace veinte años, en el norte del país solo había una empresa de gas licuado: Lipigas. Pablo llegó como peoneta para apoyar a los choferes, y desde ahí se enamoró del rubro. Las cosas eran diferentes entonces. "Como era monopolio, si te demorabas dos o tres horas, el cliente debía esperarte igual, porque no habían más opciones. Ahora tienes treinta minutos para entregar, entonces no te puedes pasar de eso", dice.

Trabajar arriba del camión azul también tiene sus riesgos. Es sabido que ellos deben manejar efectivo, lo que los convierte en presa para los delincuentes. Don Pablo cuenta que una vez le hicieron un pedido tipo nueve y media de la noche. Complicado. Cuando llegó un tipo lo encañonó. "Un millón de pesos me pelaron", dice.

Tiempo después de ese asalto, Pablo se fue a trabajar a Gasco. Ahí le hicieron la misma: un compadre le sacó la maquinita para revisar los pedidos, corrió detrás de un pasaje, y el repartidor de gas fue arrancando tras él. Sin embargo, detrás de esa cuadra lo estaban esperando una decena de sujetos, conminándolo a que pasara las llaves de la camioneta. Él, obviamente, se negó.

CLIENTES

"Clientes hay de todo. Pesados, simpáticos. Una vez fui a dejar gas a Nicolás Tirado, donde hay departamentos. ¡Y una niña salió en baby doll! 'Póngamelo por acá no más', dijo ella". A su lado, su señora Johanna Lazcano se ríe. Es su partner no solo en la vida, sino que en lo comercial, porque juntos tienen el proyecto de tener su propia distribuidora de gas en el futuro. Actualmente están en proceso de adquirir dos camiones repartidores, para tener una meta de diez.

- Es que ya es lo mío, es mi rubro. Me gusta porque no tengo un jefe encima, puedo trabajar tranquilo. Una vez tuve la oportunidad, era 4x4... y duré tres días. Fui a trabajar de guardia y no, no pasó nada.

-Es que los amigos dicen "a este le pasan un camión de gas y es feliz", interrumpe su señora. Y al parecer, don Pablo es feliz con su pega. Ha tenido miles de vivencias arriba de un camión, y está dispuesto a seguir adelante con lo suyo. Porque con veinte años de trabajo, dos camiones en gestión, y el apoyo de su querida esposa, su meta de transformarse en distribuidor de gas está mucho más cerca que nunca. J

Hay muchos clientes buena onda que a don Pablo lo tienen de regalón. Por ejemplo, una mujer en la Coviefi que siempre lo trata bien. "Me da bebida, galletas y fruta. Y hasta cinco lucas en propina, es que me conocen después de todos estos años, no llaman a nadie más que no sea yo", reconoce. Otros incluso se ponen con carne del asado, o unas luquitas extra por el buen servicio.

l Ignacio Araya Chanqueo

"Una vez fui a

dejar gas a

Nicolás Tirado, ¡y

una niña salió

en baby doll!"

Pablo Villagra,