Fundado el 12 de Febrero de 1924
Director:
Sergio Mercado Richards
Representante legal:
Carlos Rodríguez Pérez
Domicilio:
Bolívar 1244
Fono:
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dinos lo que piensas
En este tiempo de desdichas y agobios que sufrimos en propio carne todo el mundo, he descubierto que la paciencia y el tiempo injertan más placidez que cualquier otro medio de persuasión. Hay tantas oscuridades en el camino que nos asaltan, muchas veces de manera desprevenida, que precisamos cuando menos tomar aliento, hacer una honda reflexión sin importarnos el tiempo, para tener la fuerza suficiente de no desanimarnos. Aquella idea del inolvidable filosofo griego Platón, de que tres facultades hay en el hombre: la razón que esclarece y domina, el coraje o ánimo que actúa y los sentidos que obedecen, debería formar parte de nuestra vidas. Sin duda, el mundo sería otro porque los conflictos tendrían otra resolución menos violenta, más acorde con las atmósferas armónicas. Ahí está el referente de Gandhi, su admirable aguante de oponerse a la opresión, a la injusticia humana y al odio de manera pacífica. No es fácil defender la dignidad que todo ser humano tiene, cuando se siembra un reguero de inmoralidades e infamias, con la entereza de tomarnos nuestro propio tiempo, para así poder meditar pacientemente sin bajarse de la cruz.
Realmente, uno siente la necesidad de desafiar al enemigo y la impaciencia nos deja sin abecedario en el corazón, con el rostro triste y el rastro del desconsuelo errante, sin ilusión. Tenemos que retornar a la paciencia para sembrar otros lenguajes pacifistas. Sin duda, hemos de compartir menos espadas y más abrazos. Es cuestión de donarnos menos veneno y más bálsamo de humanidad, de saber esperar con la ternura del silencio, de no abandonarnos a la miseria y de saber perdonar. Cuando se pierde la confianza en el ser humano todo se desmorona y el futuro se hace insostenible. En lugar de que la violencia se contagie, injertemos un sosegado diálogo por todas las sendas vivientes, hagámoslo de manera paciente y pacífica; quizás por ello, precisemos ser conscientes de que un corazón junto a otro corazón, pueden salvar horizontes de luz en vez de propagar noches.
Por desgracia, el mundo está crecido de actitudes desesperadas y, lo que es peor, sin intención de corregir esta espiral de hechos violentos que nos circundan. Las simientes de odio sembradas acarrean luchas crueles hasta en las propias familias. Las respuestas a los conflictos (de género-familia, de países o del propio orbe), para que se produzca realmente el cambio social, ciertamente dependen del consentimiento de la población, pero también del valor que le demos al ser humano como tal. Por consiguiente, la paz no puede imponerse en ningún hábitat, la paz llega por la vía del intelecto al servicio del propio ser humano. Resulta que este incondicional amor a la especie, lo hemos abandonado tantas veces en nuestro diario de vida personal, que es menester trabajar por la justicia, defender la existencia humana y abrazar la verdad de una vez por todas.
Víctor Corcoba Herrero
escritor