Fundado el 12 de Febrero de 1924
Director:
Sergio Mercado Richards
Representante legal:
Carlos Rodríguez Pérez
Domicilio:
Bolívar 1244
Fono:
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dinos lo que piensas
Siendo profesor acudí a una serie de jornadas de reflexión sobre 'cómo mejorar la educación', escuchando horas y horas infinitas las quejas por parte de los docentes sobre muchos temas. El más repetido: la violencia en los niños: el matonaje, los golpes, el bullying.
Las causalidades detectadas por los profesores sobre estas conductas eran: 'la culpa de los apoderados' , 'la televisión', 'los video juegos', 'la sociedad', etc. La típica culpa del empedrado.
Culpabilización que no los lleva a reflexionar sobre sus propios actos, siendo, en ciertas ocasiones, verdaderos agentes de la violencia.
Solo bastó mirar cómo celebran el 21 de mayo en Tocopilla: niños disfrazados de marinos, jugando a matar peruanos con pistolas de plástico en mano, arengas nacionalistas, sentimientos de superioridad, recordando una guerra: una macro violencia a nivel de países.
Ridiculizando a los peruanos por su forma de hablar, al punto que en un colegio disfrazaron a una alumna de nana peruana. En otro, disfrazaron a niños colombianos de marineros, forzando una 'integración'.
Esto es recordar y reproducir un bullying entre naciones. ¿Cómo se habrán sentido los numerosos niños peruanos y bolivianos que asisten a las escuelas tocopillanas, mientras miraban en el acto de la escuela cómo sus propios compañeros representaban la ejecución de peruanos y bolivianos? En un acto planificado por profesores.
Por mientras los pedagogos felices: haciendo que los niños lean discursos nacionalistas y patrioteros, llenos de sentimientos de superioridad, con la satisfacción de derrotar y haber matado peruanos. Después a celebrar con un cóctel lo lindo del acto.
Pero el contenido del acto queda dando vuelta, es asimilado por los niños, estructura sus lenguajes, sus imaginarios, sus relaciones con los otros y se definen desde esos contenidos de diferencia, pero desde una violencia que está legitimada por la escuela. Por una escuela que no reflexiona sobre lo que inculca, por la aceptación de muertes tangibles y simbólicas que año a año representan y las enseñan enorgullecidos.
Mejorar la educación tiene que ver también con la integración, muchos más en un escenario multinacional en el norte. Mientras sigan estos actos marcados y refrendados por la violencia histórica, difícilmente tendremos una sociedad mejor. Seguiremos presenciando actos de atrevimiento físico contra profesores o entre los propios compañeros.
Necesitamos una escuela para la paz que necesariamente nacerá gracias a una reflexión en los docentes.
Atentamente,
Damir Galaz-Mandakovic Fernández
profesor y antropólogo