Secciones

Ante el bullicio de las relaciones humanas

E-mail Compartir

Las relaciones humanas no se pueden definir en términos de poder, dominio e interés personal. Se precisa el diálog, y todos hemos de ponernos al servicio de todos, estableciendo vínculos de solidaridad. Una de esas causas de turbulencia social radica en la falta de armonía y en las tremendas desigualdades. Pienso que faltan políticas sociales, como acaba de denunciar la Comisión de desarrollo social de Naciones Unidas. Estos desajustes generan un ambiente de brutalidad, que no favorece el entendimiento, puesto que la violencia no es un medio para reivindicar los derechos. Considero que es hora de hacer discernimiento y de curar todas las crisis con las que nos enfrentamos. La humanidad, tiene la tarea de promover y tutelar el mensaje de justicia, que nos insta a estar junto a esas personas excluidas. Esta interdependencia global debe convertirse en protección, fundada en el principio de que los bienes de la creación están destinados a todos.

Seguramente tenemos que cambiar estilos de vida, ser más sensibles y vencer la tentación de la indiferencia, desprendernos de ambiciones que nos esclavizan, ser más humanos y llevar menos banderolas de superioridad que nos subyugan. Sin embargo, tenemos el deber de estar atentos para acercarnos a los que nos necesitan, cuando menos para escucharles y acompañarles en su triste mirada. La relación entre los humanos se quebranta por la codicia que nos corrompe, igual que la relación armoniosa del planeta con los humanos está socavada por patrones insostenibles de consumismo. Tenemos que recapacitar y hacer una aproximación entre culturas. Hoy tenemos muchos contactos, pero lazos profundos pocos. En realidad sólo parece movernos una mentalidad interesada, que nos lleva al desprecio y el abandono de los más débiles. Sinceramente, las relaciones fraternas suelen brillar por su ausencia, de lo contrario el horizonte de convivencia sería muy distinto, y todos caminaríamos hacia un mismo objetivo de humanización, practicando el deber de justicia social, donde todos tengamos algo que aportar, y no solo recibir, lo que conllevaría que el progreso de unos no sería un obstáculo de otros.

En este mundo relacional el fraude, la simulación, se sirve en bandeja. Cada uno camina a lo suyo, obviando que la promoción de un mundo más humano es tarea de todos. Parece como si tuviéramos una cultura del coleccionismo, con afán de ganancia, injertada en vena; o una sed de poder. Realmente asistimos al descontento, de marginación, soledad. Convendría, interaccionar más para que la sociedad avivase el instinto social. Algo muy distinto a lo que sucede en el mundo laboral, puesto que la causa por la que los trabajadores reciben menos del ingreso nacional es debido a las políticas de las últimas décadas, que han distribuido el ingreso en favor del capital y en contra del trabajo.

Víctor Corcoba Herrero/ Escritor

corcoba@telefonica.net