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Antofagasta tiene al único viejito pascuero dueño de una armería

Hace 6 años que las hace de santa, además su barba es 100% natural.

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l Manuel Chimaja Olguín

Lejos del Polo Norte y sin sus famosos renos, un nortino con mucho ingenio y personalidad asegura que es la chapa y hasta el mismo clon del viejito pascuero.

En pleno centro de Antofagasta y más exacto en el Centro Comercial Caracol se encuentra la Armería Ducret, en su interior hay cientos de armas y objetos de defensa personal, pero eso no es todo ya que existe un personaje que llama la atención.

Su nombre es Luis Ducret, dueño de este recinto y que a simple viste provoca curiosidad de todos sus clientes. Con una llamativa barba natural blanca y con unos lentes reconocibles en cualquier parte del mundo, este antofagastino se dedica a realizar eventos navideños como el clon del viejito pascuero.

Todo comenzó hace 6 años, cuando uno de sus hijos le dijo que era igual a Papá Noel y que debía dejarse la barba para probar. Tras un par de meses se dio cuenta que esto era cierto y comenzó a pitutear en este rubro.

Es un trabajo muy bello, me gusta ver a los niños alegres y a los padres contentos, es sacrificado pero todo tiene su recompensa.

Sin duda soportar el calor, ya que el traje es apto sólo para territorios de bajas temperaturas y no las zonas áridas de la Región de Antofagasta. Es por eso que llevo mi toalla a mano para quitarme el sudor.

Hay muchas, en una oportunidad trabajaba en el Mall y sólo me daban un par de minutos para ir al baño, bueno al momento de ir en el trayecto se me acercaban muchos niños a abrazarme o pedirme una foto y al final no alcanzaba a llegar.

Otra ocasión se acercó un muchacho medio pasado de copas y me dice "Viejito pascuero, concédeme un deseo, quiero que la Universidad de Chile gane hoy". Y le dije bueno hijo, dos horas después llegó más copeteado y me gritó, "Viejito no creía en ti, pero ganó la Chile y quiero darte las gracias". De un rincón a otro vino corriendo y me abrazó, mucha gente se mató de la risa por la situación.

También no faltan las mamás o adultos que les gusta sentarse en los faldas mías para la foto o tocarme la barba, ya que muchos piensan que es falsa y no lo es.

Claro, tengo que dejarla crecer por 8 meses para que me quede así, además de ir una que otra vez al peluquero para emparejarla y enchularla.

Todas las personas piensan que es falsa, pero al momento de tocarla quedan locos, ya que nunca han visto a un pascuero con una real.

En una oportunidad llegó una niña muy triste, pude observar que en sus brazos tenía unos moretones, yo no quise preguntar nada pero ella me dice, "viejito pascuero para esta Navidad te pido que mi padre no me pegue más", me dio una pena e impotencia, ya que el padre estaba ahí.

Al principio era muy cómico, muchos clientes que iban a la armería me reconocían en los lugares que me vestía de Papá Noel, como en el Mall, Líder y hasta en eventos mineros. Durante el año vendo armas y en diciembre busco el amor y paz es muy contradictorio, pero es claro que se deben separar los dos trabajos, por que uno no tiene nada que ver con lo otro, además el de Navidad lo hago porque es intenso y de mucho trabajo y esfuerzo.

Así es, la medianoche la paso repartiendo regalos a diversas familias antofagastinas que piden de mis servicios y llego muy tarde a mi casa, pero ahí ya están acostumbrados.

A través de mi Facebook Viejito Pascuero, ahí me escriben y nos ponemos de acuerdo, tanto por las tarifas, horarios y servicios, lo ideal es vivir un momento agradable y dar una alegría a los más pequeños de la casa.

En los meses que no trabaja como Santa Claus, Don Luis se dedica a su negocio, pero en diciembre la cosa cambia completamente. En el Facebook Viejito Pascuero se pueden ver varias fotografías de este nortino en diversas situaciones cómicas y dignas de observar por un par de minutos, desde construir los juguetes hasta regalonear con su Perro-reno son algunas.

Sin duda un trabajo que en estas fechas se hace intenso, pero que ayuda a entregar una sonrisa a los más pequeños que vibran y sueñan con la magia de la Navidad, que en muchas veces pierde el verdadero motivo de la celebración por el consumismo de la sociedad.