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Así nació el apodo de "El Niño Maravilla"

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Ese año hubo un boom de los suicidios en Calama. Mientras los adolescentes se colgaban, un niño de quince años se estaba luciendo en el estadio municipal. Ese era el contraste.

El periodista Juan Andrés Véliz (38), soltero, un hijo, es moreno y mantiene una tímida barba que encuadra su rostro ancho. Viste traje y corbata pues hoy está dedicado a la producción televisiva. En 2005, Véliz seguía a Cobreloa como periodista en la sesión de deportes de El Mercurio de Calama. Dice seguro y con algo de vehemencia que fue él quien bautizó a Alexis Sánchez, como "El Niño Maravilla". Sin embargo no ha sido reconocido. Considera al mote como uno de sus grandes aciertos en su carrera de periodista.

El hombre abre los ojos y aclara que en Wikepedia le otorga a otro reportero del diario los créditos del apodo. Véliz acusa que su colega fue más rápido e inscribió su nombre en el Wikipedia. Antes hablaron y discutieron, dice Véliz, pero no llegaron a un acuerdo. Afirma que el editor del diario lo reconoció como el precursor del apodo. "La primera crónica que hice sobre el jugador hablé del niño Sánchez. Era impresionante como jugaba. Deslumbró hasta al Pelado Acosta en los entrenamientos. Sánchez jugaba por diversión".

Lo de maravilla vino después y ahí entra la discusión con su colega, Jaime Cortés, respecto a quien fue el primero. Cortés es quien aparece en Wikipedia.

Hacía tiempo que no se veía algo nuevo en Cobreloa. El equipo vivía de la nostalgia de los subcampeonatos de la Copa Libertadores de los años 1981 y 1982. Luego apareció Trobbiani que arribó como campeón del mundo con Argentina, el año 1986, en el recordado mundial de México. José Sulantay en los noventa entregó un par de campeonatos hasta desembocar en los torneos cortos de los 2000, con triunfos de los DT uruguayos Garisto y Nelson Acosta, bajo la batuta en la cancha del fallecido Fernando Cornejo.

Ahora con el niño de 15 años regresaba el brillo de antaño a los domingos. Los calameños se reencontraban con un jugador diferente. De Trobbiani que no veían algo así.

Véliz explica que lo llamaron "maravilla", no sólo por la magia de verlo jugar sino pues hacía rato que no aparecía un futbolista tan bueno en Cobreloa. "Veníamos de la debacle; de la amargura de no estar entre los primeros. Cobreloa siempre debe estar arriba por el sacrificio de quienes habitan Calama".

El nacimiento del "Niño Maravilla" coincidió con el época del traslado de los habitantes del campamento minero de Chuquicamata a Calama. En sectores baldíos y sobre la ribera del enjuto río Loa, se construyeron lujosos condominios. De pronto toda la ostentación de los ex habitantes de Chuquicamata apareció en Calama.

Véliz recuerda que en Calama se engrosaron las diferencias sociales; un espacio de terreno breve ahora era compartido por gente muy pobre y otra que tenía demasiado. El río era el límite. "La gente de Chuquicamata bajó con bombos y platillos. En confrontación estaban quienes habitaban en los pasajes pequeños y asfixiantes; y bajo el mosquerío de la pasta base. Los jóvenes veían como el otro joven iba al mejor colegio. Luego seguía a la universidad. Los jóvenes veían que el otro tenía pasto en la casa en una ciudad donde el pasto es escaso".

Pronto la exclusión comenzó a manifestarse. Hubo rayados en las nuevas casas. Robos.

Véliz considera que el hecho más significativo de ese período de ajuste social fueron los suicidios. Hubo varios, dice con la cabeza ladeada, pero el de a continuación lo marcó: un día, un joven saltó las murallas del colegio Chuquicamata, el más exclusivo de la provincia, y se colgó en el patio. El colegio quedó boquiabierto.

El protagonista de esta crónica, quien reporteó el caso, dice que el adolescente lo hizo como protesta. "Era un chico del liceo B-10 de Calama, de la misma edad de Alexis, que se fue a colgar al colegio más caro. El hecho demostró un incipiente problema de clases y las frustración de los jóvenes calameños".

Juan Andrés Véliz no la pasaba bien por esos días. Había pocos triunfos personales y soledad. El periodista integraba un grupo de profesionales que se iniciaban el diario El Mercurio de Calama. Eran solteros y sus edades no pasaban los 40 años. "Algunos nos habíamos criado ahí; ahora regresábamos como periodistas. Era un bonito desafío. Sin embargo la mala onda de la ciudad era contagiosa; veíamos que Calama no avanzaba y había una ola de suicidios. Era una urbe oscura de hombres solitarios, alto consumo de alcohol y familias rotas por los turnos mineros. El fútbol era la única entretención; también para nosotros.

Las shoperías eran el gran boom del momento, recuerda Véliz; esto porque mezclaron fútbol, mujeres bellas y cerveza helada. "Ahí mataban las soledades los mineros".

Véliz dice que tras una conversación con un colega en la shopería El Mexicano, surgió el apodo para Alexis Sánchez.

El Mexicano era un bar de música rock de Calama; el único en su tipo pues el resto tocaba música tropical. El local estaba cerca del diario. Era pequeño. Dice que Betty, una rubia rockera, los atendía. "Ahí salían las crónicas; las ideas. Era una local que tenía barra; nos sentábamos en esta con los colegas y conversábamos del oficio. Hablábamos de fútbol y de Alexis. Le decíamos: el niño. En ese tiempo que hacía deportes en El Mercurio de Calama. Fue un partido con Palestino, recuerdo, donde hizo tres goles y ahí titulé 'Niño Maravilla'", afirma casi gritando.

Cobreloa, dice, siempre ha sido la alegría del pueblo minero triste, amargado y borracho. Cada domingo, en cambio, la ciudad brillaba con el talento de Alexis. J