Cartas
Excesos dieciocheros
Una de las características más distintivas de la semana en que celebramos las Fiestas Patrias, es el inconfundible aroma de los alimentos sobre la parrilla.
Ese estímulo no solo es capaz de fragilizar las voluntades de los más convencidos y aplicados en su plan de alimentación, y de todos quienes sueñan con un "verano sin polera", sino que también es una guía que nos conduce hacia el más valorado punto de encuentro dieciochero con familia y amigos, la parrilla.
Es ahí donde en un intento de autoconvicción frente a la oferta de preparaciones que "rebosan en riesgo cardiovascular", se comienzan a escuchar frases características como: "una probadita no más", "si total, no como esto todos los días…", y "de algo hay que morir".
Sin negar que todas esas afirmaciones son válidas, y que también es válido comer lo que se quiera en el ejercicio de la libertad. El conflicto se genera cuando el comportamiento alimentario pasa a ser una consecuencia espontánea de impulsos que conducen a daños acumulativos en la salud, y cuando la ingesta, más que un complemento a los encuentros sociales en torno a la celebración , se constituye como un factor capaz de dominar a la razón y con ello anular conocimientos y compromisos.