Contraportada

Desde pequeña tuvo el alma emprendedora. Cuando tenía 15 años de edad comenzó a comprar ropa en Patronato y a vendérsela a sus amigas. Incluso, se las ingenió para hacer las etiquetas, imprimiendo fotos y con una perforadora le realizaba el orificio para colgárselo a la ropa. Luego, a los 17, empezó a importar productos, para después lanzarse con su primera marca Farfalle Fiori.

"Así me hice de mis primeras luquitas", relata Karen Blau, dueña de la marca Caledonia y también surfista, quien le ha puesto un sello especial a sus creaciones, tanto por sus modelos que se adaptan a todos los cuerpos reales, así como por la conciencia medioambiental que tienen sus trabajos.

Cambios

Estudió hasta cuarto año de la carrera de Ingeniería Comercial. Un año antes se interesó en hacer bikinis, pues la playa y el surf habían llegado con todo a su vida.

"Hablé con mi mamá para hacerlo. Me dijo que era súper difícil, pero le respondí que no. Ella se motivó y finalmente compró unos pasajes para irnos a una expo textil fuera de Chile. Tuve todo el apoyo. Así fue como nos fuimos y partió el viaje y toda la locura", relata, agregando que fue más difícil de lo que pensaba. No había fábricas, pero sí proveedores de no tan buena calidad. Se volvió de allá solo con telas.

Buscó una diseñadora en el país, con quien diseñó y cortó las piezas. Solo faltaba quien las uniera. "Resulta que no teníamos quien lo hiciera en todo Chile. Ni talleres, ni nada. Nadie trabaja mucho la lycra, porque las máquinas se echan a perder. Entonces, metí todo el trabajo que había hecho en una bolsa y la tiré para el entretecho de mi casa. Decidí olvidarme del trabajo, los modelos, los nombres, las campañas. Todo", cuenta.

Eso sí, no se dio por vencida y encontró una fábrica en Argentina. No obstante, de nuevo le fue mal. Pero como no hay mal que por bien no venga, finalmente logró seguir su objetivo: comenzó de nuevo el proceso de crear.

"Cada detalle es una locura. Hacer ropa obviamente no tiene comparación con hacer una pieza tan pequeña como un bikini, desde el hilo que tiene, que debes tener cuidado con el que escoges, el color, la forma, todo", dice Karen. Así nace la marca Caledonia.

"Fui trabajando en todas las colecciones. Al principio la trabajé para lograr sacar mi marca, para sacar los bikinis que siempre quise. Luego me enfoqué en un estilo y, por sobre todo, que cada una de las cosas que hiciera tuviera beneficios para la piel y el medioambiente y que fuera de calidad. Realmente crear un valor por cada una de las prendas. Todas son con filtro UV. Luego creé la línea active wear, que es una línea deportiva, de yoga, pero que saliera de lo normal… que era la típica calza negra. Todo lo que me inspira viene de afuera. Hice todo antibacterial y ocupé telas que los residuos de las fábricas que se biodegradaran entre tres a cinco años y no en 50", explica.

Gracias a este impulso, la penquista decidió dejar en stand by la Ingeniería Comercial y entrar de lleno al diseño de vestuario, algo que siempre quiso estudiar, pero que "en Concepción no estaba, solo había que irse a Santiago. Pero también me gustaban los negocios, por eso me fui por la ingeniería. Luego, cuando seguí mi pasión, me di cuenta que no me alcanzaban los tiempos. Era harta inversión, así que dije: tengo que elegir. Justo falleció mi abuelo, que es el patriarca de la familia, eso hizo que tomara la decisión. Ha sido lo más fuerte que me ha pasado. Me hizo decidirme y pensar en lo que realmente quiero", relata Blau, quien temió dejar la universidad por el qué dirán. Hoy no se arrepiente de nada de lo que decidió hacer.

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