¿Educación de Calidad o de Excelencia?

Por más "innovadora" y de "calidad" que se califique la educación entregada a nuestros estudiantes en las escuelas de la comuna y del país, de nada servirá en general, más que para la mera sobrevivencia futura y la reproducción de las condiciones sociales en las que se encuentran los educandos, si es que no se provee a la educación de otra intencionalidad, de otra visión de futuro; otra convicción e idea que los oriente en la comprensión de la realidad de tal manera que cuando terminen su educación formal, muchos de ellos posean las herramientas que nosotros no teníamos o aún no tenemos como trabajadores de la educación, que es el diagnóstico y la conciencia social, el apetito de conocimiento, la disposición al contraste de ideas, la solidaridad de clase, la esperanza y sobre todo, sobre todo, la valentía moral para atreverse a la proyección educativa de un Chile bien diferente al de hoy, con otro modelo de sociedad, basado lógicamente en otras relaciones de poder y que no solamente se preocupe en ser o no campeón de fútbol o de belleza, sino que también se cuestione o se preocupe por el hecho de ser campeón en suicidios infanto juvenil, en depresión y consumo de fármacos; por ser campeones en cantidad de presos por habitantes; por serlo también en índices de obesidad; en brecha y desigualdad de ingresos; en niveles de analfabetismo funcional; por ser campeones en la privatización de los derechos fundamentales, etc. De estas posiciones en la tabla social de los estados nacionales deberíamos preocuparnos más a la hora de construir educación en todos los niveles de concreción curricular.

Pero mientras no asumamos dicha realidad ni queramos transformarla, y en consecuencia no proveamos al proceso de enseñanza aprendizaje una intencionalidad orientada a cambiar la estructura social, política y económica basada en relaciones de poder injustas, cualquier propuesta pedagógica por más "innovadora" y tecnificada que sea no transformará nada en términos generales a las condiciones materiales y espirituales de existencia de los futuros trabajadores, que se están educando con las lógicas y perspectivas legitimadas por el mismo modelo dominante.

Concluyendo, pienso que es justo dar un salto cualitativo en la manifestación práctica de la concepción a la cual se hace necesario que responda la educación que impartimos, pues frente a todo lo ya dicho se hace evidente que, no es lo mismo educación de "calidad" que educación de "excelencia".

Mario Ramírez Flores

Profesor