Cambio

Estimado director:

El que cambie el DT (la Presidenta Bachelet) a un jugador (ministro) clave en el desempeño de su equipo (Gobierno) en los minutos postreros del partido (de su mandato), podría tener varias explicaciones:

Que reciba la ovación de su parcialidad, tal vez evitarle mayor desgaste y reservarlo para el próximo partido. Sin embargo, todo indicaría que no existiría tal posibilidad, por presiones extrafutbolísticas (política- partidistas), para aumentar los goles a favor (levantar la aprobación en encuestas).

A la luz de los hechos, el jugador en cuestión tampoco ha pedido el cambio, no está con molestias, quiere seguir jugando, pero sabe que su permanencia en la cancha (Gobierno) depende del DT. Cualquiera otra idea, especulación o acuerdo al respecto, todos sabemos que forma parte del "secreto de camarín" ("la realidad sin renuncia"), aunque siempre se sabe que el ayudante técnico (el segundo piso) tiene su aporte en las decisiones del DT (la Presidenta Bachelet).

Ojo, el encuentro (el Gobierno) es sin tiempo de descuento, es ahora o nunca, los asistentes al estadio (todos los chilenos) están muy atentos a la decisión del DT, mientras tanto el jugador sigue jugando (jugándosela).

"La desesperación es la materia prima del cambio drástico" (William Burroughs, crítico social, USA, 1914-1997).

Luis Enrique Soler Milla

Desmunicipalización

Señor director:

Durante el 2000 a poco de asumir la presidencia Ricardo Lagos la Subdere entonces a cargo de Francisco Vidal, emitía el estudio "Diagnóstico sobre el proceso de descentralización en Chile" el cual señalaba lo necesario de traspasarle más competencias, funciones y atribuciones a los municipios a fin de desconcentrar y descentralizar la gestión escolar. En atención al proyecto de ley de Nueva Educación Pública, el que pretende re-centralizar la educación fiscal hoy administrada por los municipios, cabe preguntarse por qué en algún momento se consideró a la descentralización de la educación como una buena idea, la que además debía ser profundizada y, en cambio, hoy ya no se verifica. ¿Acaso la Nueva Mayoría gobierna bajo la lógica de ensayo y error o sucumbió a algún capricho ideológico?

Iván M. Garay Pagliai