No más concejales de turismo

Estimado director:

Después de ver el reportaje con los detalles de la gira por Brasil de los concejales de algunas comunas, quienes tenían más ganas de turistear, pasarlo bien que de trabajar y aprender experiencias para después supuestamente aplicarlas en sus pobres comunas, es fundamental revisar cuales son las principales funciones de cualquier Concejo Municipal compuesto por concejales como los vistos en el reportaje citado: normar, resolver y fiscalizar…, si como lo ha leído, normar, resolver y fiscalizar.

Pero ¿Cómo se puede pretender la excelencia en la gestión de los concejales, como por ejemplo su función de fiscalizar la inversión de los fondos municipales, después de ver las deplorables imágenes de sus vacaciones por Brasil pagadas con dineros de todos los chilenos, mientras en sus propias comunas reina la pobreza de sus vecinos?

Ni hablar de cumplir con el normar y resolver los innumerables desafíos de sus municipios, cuando los requisitos para postular a concejal son paupérrimos y dejan mucho que desear. Simplemente no hay ninguna correspondencia entre sus exiguos respaldos profesionales y académicos y los complejos temas que cada municipio en Chile debe enfrentar día tras día. Es hora que se deje de darle a la apreciada democracia equivocadamente también la facultad de tener que avalar y fomentar la ineptitud de algunos, basta con todo lo visto y escuchado hasta la saciedad.

Actualmente Chile se merece tener a los más capaces y preparados, filtrados por exigentes concursos profesionales, como cualquier chileno que postula a un trabajo, para terminar de una vez con los que simplemente "no sirven y solo se sirven" de los esfuerzos de la mayoría de los chilenos.

Luis Enrique Soler Milla

Tareas escolares

Se ha discutido mucho sobre el llamado proyecto de ley antitareas, dejando de lado un factor importante en esta ecuación: la profesionalidad del docente.

Legislar sobre la posibilidad de que un docente pueda o no enviar tareas para la casa a sus alumnos es desacreditarlo como profesional, y significa no valorar su autonomía y criterio como experto.

Cada profesor debe ser capaz de conocer a sus alumnos y entender la realidad en la que viven, a nivel social, familiar y económico. Considerando estos aspectos debe tener claridad de los trabajos que sus alumnos son capaces de realizar, ya que las tareas no debieran atentar contra la vida familiar.

Josefina Santa Cruz