El mito de la caverna

Señor director:

Hace 2.600 años Platón con su "Mito de la Caverna", enseñaba que hay que salir de esa oscuridad para conocer la verdad. Al sacar la asignatura de Filosofía de los colegios, el Mineduc pretende que sigamos en esa caverna, que sigamos sumidos en la ignorancia y no podamos ver la luz (la verdad).

No solo entonces se trata de "eliminar" (digo eliminar y no mezclar, dado que mezclar Filosofía con Educación Cívica, es lo mismo que confundir el todo con las partes) una "asignatura", sino más bien el único espacio donde los estudiantes pueden preguntar sin tapujos, donde lo más importante pasa a ser la pregunta y no la respuesta.

Es justamente en esa "asignatura" donde el profesor puede formar a los estudiantes con un pensamiento crítico (tal cual lo hizo en su momento la escuela de Francfort), el cual les permitirá desenvolverse y dar respuesta frente a lo complejo que es la vida. Sí, porque la Filosofía no solo se preocupa por problemas metafísicos, sino también por problemas del aquí y del ahora.

Es decir, no se trata solo de "fusionar una asignatura", sino más bien se trata de eliminar el "aprender a pensar" para dar paso al aprender a memorizar. Quizás, cuando el Estado concuerde que un país desarrollado no es solo tecnicismo sino también reflexión, podríamos alcanzar eso que tanto Platón se esmeró en enseñar, es decir, podríamos salir de la caverna y comenzar a buscar la verdad.

Benjamín Rojo Segovia

profesor de Filosofía

Diferencias

Señor director:

Generalmente cuando se está pololeando o se está de novio, todo lo vemos color de rosa y muchas veces ignoramos conscientemente lo negativo que pueda tener nuestra pareja.

Es por eso que al formalizarse la relación mediante el matrimonio o simplemente al decidir vivir juntos, la rutina diaria nos va mostrando poco a poco la realidad.

Recién entonces no damos cuenta, que tenemos distintos gustos, distintas costumbres y distintas personalidades y que es el momento de comenzar a organizar nuestras vidas para lograr un final feliz.

Jorge Valenzuela Araya