Sembrar para la próxima generación dorada
La Copa América del Centenario aún no aterrizaba en tierras chilenas y la alegría la apocaba el temor: ¿repetiremos estos logros increíbles alguna vez? Acostumbrados al sufrimiento, nos negábamos a dejar entrar el carnaval, y comenzaba a circular la pregunta: ¿Qué haremos cuándo se acabe esta generación dorada?
Evitar volver al pasado implica trabajar sobre la base de sueños e ideales y transformarlos, en cortísimo plazo, en proyectos serios, enmarcados en una visión clara de la principal actividad deportiva y social del país, como lo es el fútbol.
El sueño debiera ser siempre levantar la Copa y los ideales mantenerlos bajo el espectro de obtener logros, sin transar la bandera de principios y valores sustentados por el juego limpio.
Por ello parto planteando recuperar el espíritu de la Copa Chile, torneo que fortalecía la competencia en el sector amateur, cuna de la mayoría de nuestros talentos. Esa competencia es la raíz misma del fútbol, por ello hay que recuperarla definitivamente. También será fundamental el diseño del plan estratégico de selecciones menores. Enuncio ideas para ello.
Hay que competir en torneos de selecciones en categorías sub 21 ó sub 23. Importa que los nuestros se adapten a las exigencias futbolísticas, físicas y sicológicas de una competencia de pocos días, pero mucha intensidad. Y que esta adaptación sea evaluada por quienes dirigen a los mayores.
Además, Chile debe liderar, a nivel directivo, la vuelta de las competencias pre-olímpicas sub 23. La eliminatoria a la Copa del Mundo no es territorio propicio para pruebas. Este torneo lo es, pues implica amistosos de preparación.
A esto debe sumarse un trabajo serio con las selecciones sub 17 y sub 20, que el próximo año buscarán pasajes a los mundiales de India y Corea del Sur, respectivamente.
En lo estructural, hay que evaluar la dinámica del trabajo de las selecciones menores. El grupo seleccionado debiera reunirse pocos días antes de los partidos amistosos y un período más largo para las competencias oficiales. Antes, trabajo en los clubes con supervisión permanente del cuerpo técnico de la selección respectiva. Es decir, idéntico régimen que la selección bicampeona.
Finalmente, parece perentorio hacerles ciertas exigencias a los clubes. La de más difícil solución: evitar que los jugadores emigren a temprana edad. Es necesario que, en Chile, adquieran madurez futbolística antes de ser transferidos. Los ejemplos de grandes talentos, salidos a temprana edad que no dieron el fruto esperado, abundan. Algo se debe hacer.
Más simple es exigir infraestructura adecuada y material de trabajo de buen nivel. También, lograr que sus cuerpos técnicos tengan capacitación anual obligatoria.
Los clubes, además, deben invertir en competir. No basta que jueguen en las competencias del Fútbol Joven (cada club tiene obligación de participar en 4 categorías). En época de ingresos económicos nunca antes vistos -producto del CDF y la selección nacional- debiera exigírsele a cada club que, al menos, alguna de sus series participara anualmente en un torneo internacional fuera del país.
Ahí vendrá un gran crecimiento; una mayor madurez de los jugadores y un sentido de competencia que dejará marcado a los de mayor proyección.
Con ello sabremos que se está invirtiendo en el futuro y nacerá la esperanza real de cosechas positivas.
"Parto planteando recuperar el espíritu de Copa Chile, torneo que fortalecía la competencia en el sector amateur".