El artista que cuida del Museo de Antofagasta
Un hobby que se transformó en toda una panacea. La soledad fue madurando hasta alcanzar la perfección. Estos son algunos dibujos que hace un humilde vigilante.
Cristian Castro Orozco - La Estrella de Antofagasta
El Museo de la ciudad ubicado en calle Bolivar no solo alberga entre sus salones una variada colección de piezas paleontológicas y antiguas reliquias del pasado, sino que también en la recepción se encuentra una particular exposición de dibujos al grafito y pasta que destacan por la impresionante calidad del trazado, perspectiva y detalle, lo que roba la primera atención de quienes entran al inmueble.
Estos dibujos de paisajes, aves, calles de Antofagasta y retratos de figuras mediáticas tan disímiles entre sí (que van desde Alejandro Jodorowsky hasta John F. Kennedy) son producidos por un artista que no goza de un título académico que le acredite como tal, ni tampoco ostenta una trayectoria formal en esta disciplina. El solo disfruta dibujando.
El antofagastino Guillermo Poblete (64) siempre ha trabajado como guardia de seguridad. Lo fue en las oficinas del correo por 30 años, en supermercados, en inhóspitas y solitarias bodegas perdidas en el desierto (en faenas mineras) y hace tres años cuida y es el recepcionista del Museo de Antofagasta.
Sin embargo, a toda esta solitaria y agotadora trayectoria laboral la ha sabido amenizar con un talento que ha cultivado desde sus tiempos de aulas en el Liceo Comercial.
Hobby laboral
Poblete reconoce que empezó dibujando gracias a la influencia que le dejó uno de los docentes del A-12.
"Me gustaba mucho los dibujos que hacía Carlos Tan, un profesor que fue el que creó el logo del Isca. De ahí empecé a dibujar y lo hacía principalmente para matar el tiempo, ya que en esos tiempos estaba la UP en el poder y casi nunca teníamos clases", dice.
Pero también reconoce que fue en las extensas y solitarias jornadas laborales como bodeguero en plena pampa donde comenzó, de forma autodidacta, a perfeccionar sus dibujos. Ante el poco contacto que tenía con su entorno comenzó a trazar radios, linternas, sombras, paisajes o simplemente su mano izquierda. Lo que fuera que estuviese a su alcance.
"Me aburría un montón, entonces comencé a dibujar con mucha más intensidad, y poco a poco mis dibujos fueron mejorando", reconoce.
Dice que realizó una sola exposición en su vida y que fue en 1982, año en que sus dibujos fueron colocados durante un día en el hall del edificio de Correos Antofagasta, de ahí hasta ahora sus creaciones son apreciables en la recepción del museo en una muestra mas bien informal.
"Me gustaría algún día hacer una gran exposición con todo el trabajo que tengo. Guardo mucho material enmarcado en mi casa y otros tantos están guardados en el edificio que ocupa la Dibam (ex gobernación marítima). Pero estoy haciendo gestiones para montar una a fines de noviembre. Me irá bien, lo sé porque mucha gente que viene al museo se queda viendo los dibujos y me preguntan por ellos", finaliza Poblete, quien habla de su vida, de sus dibujos y sus proyecciones mientras afila un lápiz grafito para terminar una naturaleza muerta que tiene en un pequeño atril adosado al escritorio de la recepción del museo, su lugar de trabajo, y también su improvisado taller.