Ignacio Araya Ch.
Junto a la casa de Elías Torres, en una de las villas cerradas que componen la población Peñablanca, hay un espacio para estacionar vehículos. Hace dos años, a don Elías comenzó a llamarle la atención que el terreno empezaba a hundirse. A todos los vecinos les impresionó que, a medida que pasaba el tiempo, la tierra seguía tragándose como si nada. Más de alguno se preguntaba si los neumáticos de los autos estacionados estaban pinchados, porque se enchuecaban.
"Rellené tres veces con material y las tres veces comenzó a irse abajo", cuenta sorprendido el vecino del sector norte. Finalmente, la semana pasada se organizó con los vecinos para averiguar qué cosa en las entrañas de la tierra estaba hundiendo el estacionamiento de la villa. Entre todos pagaron una retroexcavadora y llegaron a una profundidad de un metro, cuando apareció agua por todos lados.
Elías Torres dice que no pasaron a llevar ninguna cañería, sino que ésta es agua estancada de quien sabe dónde. ¿Una napa subterránea, tal vez? No está seguro. De partida, agua salada no es, comenta. "A ver esto vinieron los de Aguas Antofagasta, después de haberlos llamado como cinco veces, les tomaron muestras y nos dijeron que no les pertenece a ellos porque el agua no tiene cloro", dice el poblador.
¿qué hacer?
Cuando "La Estrella" visita el lugar, el radier que hizo en el patio está prácticamente en el aire, junto a la pandereta que limita su casa de la del vecino de atrás. Abajo, agua espumosa donde no vuela una mosca. Lo que teme el poblador es que su hogar siga hundiéndose más. "Si te das cuenta, la losa ya ven un nivel de como 20 grados. Entonces para mí que está haciendo tira los cimientos", reflexiona.
¿Quién se hace cargo del problema? El vecino lo único que pide es que "las autoridades vengan y digan 'esto le corresponde a tal persona'... alguien experto en esto, yo no lo soy, por eso que esto está abierto y lo dejamos así, pedimos que no lo taparan", comenta.
Mientras tanto, el socavón en la calle permanecerá así hasta que venga alguien a asesorar a los vecinos de la Peñablanca. "Mi miedo es que se me venga la casa abajo", dice Elías Torres.
40 centímetros de profundidad tiene el agua acumulada de la poza que quedó tras la remoción de la tierra.