¡Chanfle!: El Chavo antofagastino está buscando su nueva vecindad
Tiene que haber sido en 1976 o 1977. El capítulo había sido filmado cuatro años antes en México, pero acá en Chile, recién eran los primeros años de "El Chavo del Ocho" por Televisión Nacional. Y en una tele a blanco y negro, Luis Rojas veía uno de los episodios más dramáticos de la serie: habían desaparecido varias cosas de la vecindad, y todos le echaron la culpa al Chavo. ¡Ratero!, le gritaron. Triste, él mismo pescó sus cositas y se fue (Después supimos que había sido el señor Hurtado el responsable).
Hoy, cuarenta años más tarde y sentado bajo un árbol de la Plaza Sotomayor de Antofagasta, Luis Rojas recuerda ese capítulo. "Fue uno de los más emocionantes, todos lo echan de menos. Si tú no hiciste algo así, tienes que dar la cara, no era para sentirse culpable. Si tu lo analizas, siempre hay una enseñanza", explica. Dedicado al comercio, hace dos años se le ocurrió vender gorros del Chavo del Ocho, a propósito del invierno. Fue tanta la sensación, que hasta salió en un diario de circulación nacional, sin querer queriendo.
Ahora, todo el puesto está dedicado al personaje que siguen transmitiendo en la tele durante los fines de semana. Vende esas enormes paletas del Quico, un barril con dulces del Chavo, y hasta se trajo el barril de la vecindad, el de verdad. "Ese lo encargué al sur", dice mirándolo, "es de roble, me costó 70 lucas", cuenta orgulloso. El negocio lo fue arreglando con el tiempo, le puso una gigantografía de la vecindad, vende pósters del Chavo abrazado con la Chilindrina, etcétera. Un día, le dio por vestirse como el mismo personaje, y lo luce los fines de semana.
SE BUSCA VECINDAD
"Mire, hay treinta países que actualmente están exhibiendo el Chavo", cuenta don Luis, experto en el tema Chespirito. Una linda experiencia, dice, sería estar en los mismos estudios de Televisa, ahí donde durante veinte años se produjo la magia. "Ojalá algún día pudiera estar allá", dice.
Pese a que le está yendo bien con su caracterización del personaje, Luis quiere llevar esto más lejos. Sería lindo, dice, si pudiera encontrar un Quico o una Doña Florinda para armar algo en conjunto, y reunirlos a todos. "Ojalá los pueda encontrar, falta alguien que le guste el personaje y tengan las características. Que se acerquen acá y podemos hacer una programación para trabajar juntos".
-Hace tiempo que no está por acá, si yo iba a conversar con él, pero parece que tiene otro problema…
El Chavo antofagastino se vuelve a meter en el barril para las fotos de esta entrevista, y los transeúntes que caminan por calle Maipú lo quedan mirando. "Mira mamá, el Chavo del Ocho", le dice una niña de seis años a su apurada madre. El flash de Sebastián Rojas, nuestro fotógrafo, no es el único que toma atención a esta réplica antofagastina del Chavo. Cinco o seis personas aprovechan de sacar sus celulares para inmortalizar la escena. "Ya cabros, directamente desde México, el Chavito, acá está", grita fuerte su manager, otro de los comerciantes de la Plaza. "Yo no le cobro a la gente porque se tomen fotos con el personaje. Ponen dinero cuando me compran un producto", dice el Chavo del Ocho.
El comerciante explica que también se mandó a hacer un traje del Chapulín Colorado, con chipote chillón y todo, pero está concentrado en que algún día, caminando apurado para hacer un trámite o para pagar la cuenta de la luz, aparezca entre la multitud un señor Barriga, o un Godinez. Es de esperar que le vaya bien a Don Luis y el Chavo antofagastino por fin pueda encontrar a su vecindad, no vaya a ser que le termine dando una chiripiorca… J