Cuando se acaba el amor,¿dónde quedan las mascotas?
bien animal
sxc.hu
@FranCorralS / Francisca Corral | Directora de fundacionjulieta.cl
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'Kitito' es la guagua de la casa de la familia Montecinos Avilés, a quien le encanta tomar leche y jugar con los pies de sus dueños.
Parece que soy media romántica y a pito de sonar lo más cursi del planeta tierra, ¡amo el amor! Me encanta cuando se forman parejas, gozo en los matrimonios, me quedo mirando como los abuelitos caminan de la mano en las plazas, contemplo a las familias -cada una con su dinámica particular.
Pero lamentablemente (y lo digo en serio porque realmente me da una pena negra cuando esto pasa) hay amores que no duran para toda la vida. Las parejas se desencuentran, deshacen y pierden en el camino lo que alguna vez creyeron que duraría para siempre. Y en el mundo humano esta situación es aún más complicada cuando hay hijos de por medio. Si la ruptura es amigable, los acuerdos serán rápidos y convenientes para ambos, siempre -por supuesto- con el sufrimiento de la pareja que rompe y sus hijos que no se explican por qué su vida cambió tan rotundamente. Si la ruptura no es amigable, las cosas como dicen en el campo, se vuelven color de hormiga: juicios, peleas por pensiones de alimentos y los sentimientos más negros salen desde el corazón.
¿Qué pasa con una familia quebrada cuando hay integrantes del mundo animal? Pues vaya a saber uno por qué de esas cosas no se habla. Aunque no se mencione, es grave.
Cuántas parejas, en las que me incluyo con mi marido, tienen mascotas desde que empezaron su vida en conjunto y que las quieren por igual y las consideran parte de su dinámica familiar. ¿Quién se queda con quién? ¿Se puede visitar a la mascota que se queda con el otro? ¿Quién lo regula? Pues nadie, porque querámoslo o no -y a diferencia del gran triunfo francés que considera a los animales como seres 'sintientes'-, los animales en Chile son bienes muebles de acuerdo a lo que establece el código Civil chileno (promulgado el año 1855), es decir, son cosas. Como una silla. O como una mesa.
Y qué tribunal, porque además legalmente es inviable, va a preocuparle regular las visitas o pensión de alimentos (que bastante caro es mantener una mascota) de un bien mueble.
Además no falta la pareja que adoptó a un animal y lo dejó prácticamente botado con su ex pareja, sin importarle si contrajo alguna enfermedad carísima de tratar. Qué podemos hacer entonces, además de avanzar obviamente hacia una legislación más moderna. Lo más difícil del mundo: llegar a acuerdos. Y si bien nadie quiere ponerse en ese lugar pesimista, es necesario hacerlo en el caso que una desgracia suceda y resolver de antemano qué harán con sus animales el día en que el amor no los acompañe en su relación. Los acuerdos son difíciles de adoptar pero no hay nada más sano que tener un problema menos del que preocuparse.