Agradecimientos a la comunidad tocopillana
Quisiera dar las gracias públicamente al jefe (s) del DAEM, señor Alejandro de la Fuente, por haber facilitado a mi solicitud un equipo de amplificación el 30 de marzo pasado.
Ello por motivo de un bingo solidario en favor de mi sobrina, que se encuentra en tratamiento de quimioterapia en la capital y debe acompañarla su madre en estos viajes. Debe costear sus pasajes y estadía, ya que solo le dan este beneficio a mi sobrina y no a su acompañante.
Quisiera extender mis agradecimientos a la secretaria del DAEM, señora, Rosita Olmos, también a dos amigos de toda la vida desde la época escolar, los señores Gastón Aracena y Hernán Araya.
De parte de mi hermana Margarita, también damos las gracias a todas las personas que le ayudaron y cooperaron en esta cruzada: vecinos y amigos que le ayudaron con premios para los bingos y a quienes asistieron ese día a participar.
Muchas gracias a todos y que Dios los bendiga.
Freddy Argandoña Cofré
Probablemente para muchos será incomprensible que muy pronto profesionales, altamente calificados, de distintas áreas, no puedan seguir ejerciendo como profesores en muchos colegios, dado que se acabó el plazo para certificar competencias que les permitan el ejercicio de la docencia.
Sí, parece descabellado, sin embargo el cuestionamiento pasa no por la experticia que seguro poseen, sino más bien por comprender que no basta con saber. Necesitamos asegurarnos de que quien enseña también desarrolle competencias para saber hacer y estar, ello implica asegurar la transposición del saber sabio al saber enseñado y ello, a su vez, significa conocer en profundidad cómo hacerlo. Se trata de la didáctica dialógica entre el saber, el profesor/a y el estudiante: el saber propio del ejercicio que requiere el ser profesor/a.
Estamos viviendo momentos críticos en educación, la necesaria discusión sobre la importancia de evaluar que por cierto trasciende los resultados, y todas aquellas mediciones que responden a una concepción bancaria de la educación tienen hoy día a muchos aferrados a la idea de que mientras mejores puntajes tengamos, mejores resultados tendremos.
El eje central del proceso pedagógico no puede estar centrado solo en el conocimiento de la disciplina, no puede quedar en la transmisión de saberes. Es necesario rescatar el rol social y político del docente y preguntarse en qué medida lo que ocurre en la escuela contribuye a la construcción de una sociedad más humana, justa y democrática.
Mariela Norambuena
Facultad de Educación
Universidad Central